ÍTACA

17.

ESCENA                                        La Casa

HORA                                          Madrugada

ÓRGANO                                      Esqueleto

ARTE                                              Ciencia

SÍMBOLO                                                   Cometas

TÉCNICA                           Catecismo (impersonal)

De este episodio se han quitado la carne del sentimiento y los adornos del estilo hasta quedar poco más que el esqueleto. Los incidentes de la entrevista entre Stephen y Mr. Bloom en la cocina del número 7 de Eccles Street, sus diferencias y semejanzas, los contenidos de la casa de Mr. Bloom y de su mente se describen meticulosamente en términos de fenómenos naturales; o, más bien, no se “describen” meramente sino que se analizan y enumeran. Uno recuerda a veces el catálogo de alguna subasta provinciana donde, al morir por fin una venerable tía anciana, los jóvenes herederos han mandado en bloc las aves embalsamadas, las mantas raídas, las sillas doradas, los difuntos relojes de mármol –todos los tesoros largamente acumulados de un hogar victoriano.

La técnica de este capítulo, el del medio del tríptico final (Catecismo, impersonal), equilibra la de Néstor (“vieja sabiduría”), el capítulo del medio de la Telemaquia. Pero mientras que allí el catecismo era personal, pregunta y respuesta primero entre Stephen y sus alumnos somnolientos, después entre Mr. Deasy y su joven asistente, aquí tenemos un análisis detallado, preciso como el de la Suma teológica, y la crueldad de una inquisición teológica. (Puede mencionarse que Ítaca era el episodio preferido de Joyce.)

Semejante tratamiento aplicado a los personajes de Ulises, a sus aspiraciones, a la economía y al simple equipamiento del hogar de Mr. Bloom, tiene un efecto más devastador en su objeto que cualquier gesto burlón premeditado.

Considere a la Helena viviente, reina de la belleza que nunca muere y una vez en la vida, por gracia de Afrodita, se revela al Hombre Común, y vea cómo está hecha. Mida su nariz, pese su orejas y cuente los pelos de sus pestañas; compute el número y la secreción de sus poros, reste los cuartos, las pintas y los galones de líquido ubicuo (90 por ciento de ella, como aprendemos en este episodio). Deshidratada, ¿qué parecería? ¿Una perla, o una rodaja de cerdo? Considere los quintales de carne del carnicero (“Deme ese pechito del gancho. Flop.”) que se han usado en su hechura, y los espectros de la matanza que acosan la corte de la belleza. Y, he aquí que, como en la visión de Teoclímeno, “los muros con los hermosos intercolumnios están rociados de sangre. Llenan el vestíbulo y el patio las sombras de los que descienden al tenebroso Erebo. El sol desapareció del cielo y una horrible oscuridad se extiende por doquier”. Observe atentamente, como Virag le ordenaba a su nieto, “la masa de sustancia vegetal oxigenada en su cráneo. ¡Cómo resalta, eh!” Un análisis semejante es el antídoto más seguro de la seducción, una matanza de los pretendientes de la ilusión. Porque ahora estamos en la madrugada del viernes, junio 17 de junio, y el viernes (como nos contó Mr. Bloom en Hades) es el día de “matanza” en Dublín.

Ante las flechas de la razón (Bloom curva el arco, pero Stephen lo encuerda con su método lógico), los escrúpulos y el sentimiento falso se dispersan “como un arreo de vacas sobre las que el tábano revolotea y dispersa aquí y allá en primavera, cuando empiezan los días largos”. Esta masacre de los escrúpulos, que han estado comiéndose los corazones de los protagonistas no es menos completa, a su manera, que la matanza homérica de los Señores de las Islas.[1]

Incluso, como veremos, el altivo Eurímaco, el pretendiente que alzó audazmente su espada contra el favorito de Atenea –incluso Boylan el “presuntuoso” cae al final. “En el mismo punto tiróle el divino Odiseo una saeta y, acertándole en el pecho junto a la tetilla, le clavó en el hígado la veloz flecha. Cayó en el suelo la espada que empuñaba Eurímaco, y éste, tambaleándose y dando vueltas, vino a dar encima de la mesa y derribó los manjares y la copa de doble asa; después, angustiado en su espíritu, hirió con la frente el suelo y golpeó la silla con los pies; y por fin oscura nube se extendió sobre sus ojos.”

Mr. Bloom y Stephen avanzan “a paso normal” –porque todo en este episodio es normal –demasiado normal– hacia Eccles Street, la calle con un nombre que suena griego, la calle del encuentro, con el sonido del repique de la hora de la noche del tañido de campanas en la iglesia de Saint George, la única iglesia de Dublín con una inscripción griega (aludida en Finnegans Wake como “St George-le-Greek”[2]). Y el número de la casa de Mr. Bloom en Eccles Street es el siete, el número sagrado par excellence del Este, del mundo homérico.[3]

Mr. Bloom descubre que se ha olvidado el llavero (¡atención freudianos!) y está doblemente irritado “porque lo había olvidado y porque se acordaba de que se había recordado dos veces de no olvidarlo.” Entra, como Odiseo revisitó su palacio, como un doméstico, por la puerta de servicio y con la ayuda de una artimaña.

“Una estratagema. Apoyando los pies sobre el murete, escaló la reja, se calzó el sombrero, se aferró a los dos puntos inferiores de la unión entre la reja y los travesaños, fue bajando el cuerpo gradualmente a lo largo de cinco pies y nueve pulgadas y media hasta los dos pies y diez pulgadas del piso del patio, y dejó que su cuerpo se deslizara libre en el espacio soltándose de la reja y poniéndose en cuclillas para amortiguar la caída.

 “¿Cayó?

“Con el reconocido peso de su cuerpo, o sea once stone y cuatro libras en medida avoirdupois, como lo certificaba la máquina graduada para el pesaje periódico en las instalaciones de Francis Froedman, químico farmacéutico de 19 Frederick Street North, en la última fiesta de la Ascensión, a saber, el duodécimo día de mayo del año bisiesto mil novecientos cuatro de la era cristiana (era judía cinco mil seiscientos sesenta y cuatro, era musulmana mil trecientos veintidós), número áureo 5, epacta 13, ciclo solar 9, letras dominicales CB, indicción romana 2, período juliano 6617, MXMIV.”[4]

Tras acceder como un malviviente con retardo a la cocina, enciende el gas (de 14 cd.), sube las escaleras (con la luz de una vela de 1 cd.), hace entrar a Stephen por la puerta del hall, y baja con él a la cocina. Tras componer una pira en la parrilla, “encendió el papel en tres puntos salientes con un fósforo lucifer en llamas, liberando de esa forma la energía potencial del combustible y permitiendo a sus elementos de carbón e hidrógeno entrar en combustión con el oxígeno del aire.”

Los contenidos de la cocina se describen minuciosamente; Bloom pone una pava a hervir. El sistema de provisión de agua de Dublín se expone como lo haría un ingeniero municipal y se analizan en detalle las cualidades del agua. Mr. Bloom se lava las manos “con un pan de jabón Barrington con aroma a limón parcialmente consumido, al que aún estaban adheridos trozos de papel (comprado trece horas antes por cuatro peniques y todavía impago)”.

A través de la Odisea más grande de Bloomsday corre una “Pequeña Odisea”, una Saponiada, las andanzas del jabón –una contraparte cómica del cuento heroico. Mr. Bloom salió de lo del farmacéutico con el fragantenvuelto jabón[5] en la mano, “dulce cera alimonada”. En el camino hacia Hammam[6] pliega en cuatro su famoso diario que “estaba por tirar” y mete el jabón adentro; unos minutos más tarde lo observamos usando el jabón en el baño. Mientras anda a los barquinazos en el coche que sigue los restos de Dignam, el jabón (ahora en el bolsillo trasero del pantalón) se suma a su incomodidad: “mejor lo cambio de lugar”. Cuando se presenta una ocasión,[7] lo transfiere “pegoteado en papel” al bolsillo interno reservado para el pañuelo. En las oficinas del diario[8] “Sacó el pañuelo para taparse la nariz. ¿Citronlimón? Ah, el jabón que puse allí. En ese bolsillo se puede perder. Volviendo a guardar el pañuelo sacó el jabón y lo puso en el bolsillo trasero.” Al final de la aventura “lestrigona”, cuando espía a Blazes Boylan a lo lejos,[9] “Su mano buscando el dónde lo habré metido encontró en el bolsillo trasero jabón loción tengo que pasar papel tibio pegoteado. ¡Ah, el jabón ahí! Sí.” Después del almuerzo en el restaurante de las Sirenas, “ou. Bloom se incorporó. El jabón se siente algo pegajoso ahí atrás.” Después de que “Nausica” lo dejó, Mr. Bloom huele primero el aire y después se huele él mismo.[10] “Almendras o. No. Limones eso es. Ah, no, es el jabón.” Mientras se acerca al palacio de Circe,[11] unos chicos lo embisten. “Cuidarse de los carteristas. Viejo truco de ladrones. Chocar. Luego te arrebatan la billetera.” “Bloom palpa con manos empaquetadas reloj, bolsirreloj, bolsilibreta, bolsimonedas, delicias del pecado, papa jabón.”  Enseguida, recordando por enésima vez que se ha olvidado la loción de su mujer, se decide a ir a buscarla a primera hora de la mañana y presencia la apoteosis del jabón.[12]

“(Señala el sur y luego el este. Un pan de jabón con olor a limón todo nuevo, todo limpio, se eleva hacia el horizonte difundiendo luz y perfume.)

“EL JABÓN

“Entre Bloom y yo formamos la pareja del millón,

“él le da luz a la tierra, brillo al cielo le doy yo.

“(La cara pecosa de Sweny, el farmacéutico, aparece en el disco del sol de jabón.)

“SWENY

“Tres y un penique, por favor.”

Finalmente el héroe de esta Pequeña Odisea, ahora un numen celestial, es invocado de manera reverente en la letanía de las “Hijas de Erín”.

                                       Jabón errante, ruega por nosotras.

Stephen declinó la insinuación de Mr. Bloom de lavarse las manos, en virtud de que “era hidrófobo, que odiaba el contacto parcial por inmersión o total por sumersión en agua fría (habiendo tenido lugar su último baño en el mes de octubre del año precedente), que le disgustaban las sustancias acuosas del vidrio y el cristal, que desconfiaba de las acuosidades del pensamiento y del lenguaje”.  Enseguida hierve el agua y Mr. Bloom prepara dos tazas de cacao. “Renunciando a su patriarcal derecho a la taza bigotera imitación Crown Derby que le fuera obsequiada por su única hija Millicent (Milly), la sustituyó por una taza idéntica a la de su huésped y sirvió extraordinariamente a su huésped y, en menor medida, a sí mismo, la viscosa crema que de ordinario reservaba para el desayuno de su esposa Marion (Molly).” Mr. Bloom dirigió jocosamente la atención de Stephen a esta seña de hospitalidad, la ofrenda de ambrosía, usualmente reservada para una diosa, a su joven huésped, que la aceptó seriamente. “Bebían en jocoserio silencio el nutriproducto Epps, el buen cacao.” (Aquí la terminología enfatiza el ritualismo del “jocoserio” gesto de Mr. Bloom.)

Sigue una exposición catequística de los primeros años del héroe, sus intentos de escribir poesía, su amabilidad hacia la anciana Mrs. Riordan (la “Dante” del Retrato, un nexo entre Stephen y Bloom), su escasa habilidad atlética. Ninguno de los dos aludió a su diferencia racial, pero cada uno era consciente de esta.

“¿Cuáles eran, reducidas a su forma recíproca más simple, las ideas de Bloom sobre las ideas de Stephen sobre Bloom y las ideas de Bloom sobre las ideas de Stephen sobre las ideas de Bloom sobre Stephen?

“Pensaba que él pensaba que él era judío mientras que él sabía que él sabía que él sabía que no lo era.”

La personalidad científica de Bloom (por oposición a la de Stephen, artística) lo llevaba a planear (aunque no a ejecutar) invenciones tales como “caleidoscopios automáticos exhibiendo las doce constelaciones del zodíaco”, “planetarios mecánicos en miniatura” y cosas por el estilo. Trataba en vano de instruir a Mrs. Bloom, quien “olvidaba con facilidad”; una Gea Tellus inconsciente de las invenciones, religiones e ideologías de sus creaturas, esos juguetes que los hombres han ideado para apartar sus pensamientos de la indiferencia de ella. “Polisílabos inusuales de origen foráneo: metempsicosis (meten sin coces), alias (persona mendaz mencionada en la Sagrada Escritura).”

Después de que Stephen ha repetido su Parábola de las Ciruelas, Mr. Bloom cita tres ejemplos de “postexílica eminencia”: Moisés de Egipto, Moisés Maimónides (estos dos “buscadores de la verdad pura” han estado en la mente de Stephen en el curso del día) y Moisés Mendelssohn. Ahora comparan la lengua y la historia hebrea con la irlandesa y (como el orador Taylor) descubren puntos de semejanza. Stephen canta con una voz modulada una extraña leyenda sobre un tema relacionado –la balada de “Hugh of Lincoln”, o más bien una variante abreviada, ya que no oímos lo de “manzana roja y verde” ni de la voz desde el “aljibe profundo”. El comentario de Stephen sobre este cuento de crimen ritual, el asesinato del pequeño cristiano por la hija del judío es característico.

“Uno entre todos, el más pequeño de todos, es la víctima predestinada. Una vez por descuido, dos veces de manera intencional, él provoca su destino. Viene cuando está abandonado y lo desafía mientras él duda y, como una aparición de esperanza y juventud, lo sujeta sin que él oponga resistencia. Lo conduce a una extraña habitación, la cámara secreta de un infiel, y allí, implacable, lo inmola, consintiendo.”

Algo similar le ha sucedido al propio Stephen en el burdel, donde, abandonado por todos menos Judas, ha sido seducido por la hija del judío (¿Zoe?). Incluso Lynch al final abandonó a Stephen, cuando este se enredó en el altercado con los casaca roja. Mientras Lynch desaparecía, Stephen lo señaló, diciendo: Exit Judas. Et laqueo se suspendit.

Se analizan los primeros años de Milly Bloom y se exponen sus afinidades con la gata doméstica. Resumiendo, el catequista decide que “en lo que atañe a la pasividad, economía, en el instinto tradicional, en lo imprevisible”.

Mr. Bloom le propone a Stephen pasar la noche, o lo que queda de ella. Stephen declina de manera rápida, inexplicable, amable, y agradecida, pero se compromete a inaugurar un “curso de instrucción vocal” con Mrs. Bloom y a entablar una serie de “diálogos intelectuales peripatéticos” con su anfitrión.

“¿Qué volvía problemática a los ojos de Bloom la realización de estas proposiciones mutuamente excluyentes?

“Lo irreparable del pasado: una vez, en una representación del circo de Albert Hengler en Rotunda, Rutland Square, Dublín, un intuitivo payaso multicolor en busca de paternidad había ingresado desde el ruedo hasta el lugar del auditorio donde Bloom estaba sentado solo y había declarado públicamente a una hilarante audiencia que él (Bloom) era su papá (el del payaso). Lo impredecible del futuro: una vez, en el verano de 1898, él (Bloom) había marcado un florín (2 chelines) con tres muescas en el borde fresado y lo había entregado en pago de una cuenta debida a y recibida por J. & T. Davy, almaceneros de la familia, 1 Charlemont Mall, Gran Canal, para que circulara en las aguas de las finanzas cívicas a la espera de un posible, tortuoso o directo, retorno.

“¿Era el payaso el hijo de Bloom?

“No.

“¿La moneda de Bloom había retornado?

“Jamás.”

(Aquí parece haber “flechas” que apuntan a los temas de la paternidad y el regreso, a los cuales hubo tantas alusiones en el curso de Ulises.)

Se expone la creencia de Bloom en la perfectibilidad, “crecimiento vital, a través de convulsiones de metamorfosis” y Stephen afirma su credo, si se le puede llamar credo. “Afirmó su significación como animal racional consciente que procede a pasar silogísticamente desde lo conocido a lo desconocido y como reactivo racional consciente entre un micro y un macrocosmos ineluctablemente construido sobre la incertidumbre del vacío.”

El simposio termina y Stephen sale de la casa de Bloom con su sombrero diaconal elevado en su vara de augur, el bastón.

“¿Con la entonación en secreto de qué salmo conmemorativo?

“El 113ro., modus peregrinus: In exitu Israel de Egypto; domus Jacob de populo barbaro.”

En la puerta observan juntos “el arbolparaíso de las estrellas cargado de húmeda fruta azulnocturna”.

“¿Con qué meditaciones acompañó Bloom la indicación hecha a su compañero acerca de diversas constelaciones?

“Consideraciones cada vez más vastas sobre la evolución; sobre la invisible luna en la incipiente lunación, cuando se acerca al perigeo; sobre el infinito espolvoreado blancuzco y centelleante de la no condensada vía láctea, visible a la luz del día por un observador situado en el interior de un pozo cilíndrico a una profundidad de 5000 pies de la superficie hacia el centro de la tierra; sobre Sirio (alpha en Canis Maior) distante 10 años luz (57.000.000.000.000 millas) y con un volumen 900 veces más grande que el de nuestro planeta; sobre Arturo; sobre la precesión de los equinoccios; sobre Orión con su cinto y su séxtuple sol theta y su nebulosa en la que podrían caber 100 sistemas solares como el nuestro; sobre las estrellas moribundas y nacientes como la Nova de 1901; sobre nuestro sistema precipitándose en la constelación de Hércules; sobre la paralaje o derivación paraláctica de las así llamadas estrellas fijas, en realidad eternas deambulantes desde inconmensurablemente remotos eones hacia infinitamente remotos futuros en comparación con los cuales los años, setenta, de una vida humana promedio no eran más que una fracción infinitesimal.”

Mr. Bloom continúa sus discurrimientos astronómicos en profundidad; la influencia irónica de Stephen, de todos modos, es discernible en el pasaje donde se nos invita a considerar:

“la comprobada influencia de lo celeste en el cuerpo humano; la aparición de una estrella (de primera magnitud) visible día y noche (un nuevo sol luminoso generado por la colisión y amalgama incandescente de dos soles extinguidos) alrededor de la fecha de nacimiento de William Shakespeare, en el delta de la reclinada nuncaponiente constelación de Casiopea, y de una estrella (de segunda magnitud) de origen similar pero de menor brillo que había aparecido y desaparecido de la constelación de la Corona Septentrional alrededor de la fecha de nacimiento de Leopold Bloom y de otras estrellas de (presumiblemente) origen similar que habían (efectivamente o presumiblemente) aparecido y desaparecido de la constelación de Andrómeda alrededor de la fecha de nacimiento de Stephen Dedalus, y en y desde la constelación del Auriga algunos años después del nacimiento y muerte de Rudolph Bloom, junior, y en y desde otras constelaciones algunos años antes o después del nacimiento o muerte de otras personas.”

Respecto de las influencias astrológicas sobre los desastres sublunares, a Bloom le parecían “tan factibles de probar como de refutar y la nomenclatura empleada en las cartas selenográficas tan atribuible a una intuición verificable como a una falsa analogía; el lago de los sueños, el mar de las lluvias, el golfo de los rocíos, el océano de la fecundidad”.

El reloj de Saint George da la hora. Stephen oye en el sonido la plegaria que siempre asocia con la muerte de su madre.

Liliata rutilantium. Turma circumdet.

Jubilantium te virginum. Chorus excipiat.

Mr. Bloom oye Dindón (las campanas de los brazaletes de las Horas) repetido cuatro veces.

Al reentrar en su casa ve su ingreso al salón del frente súbitamente impedido por un sólido ángulo de madera. Durante el día Mrs. Bloom ha estado permitiéndose uno de sus caprichos –la readecuación de los muebles de la sala de estar, y Mr. Bloom se ha chocado con el aparador de nogal desplazado. “La naturaleza en nada se deleita tanto como en alterar todas las cosas y presentarlas bajo otra forma.” Las sillas (una poltrona “mullida y confortable” con “firmes brazos extendidos” directamente opuesta a “una delicada silla de mimbre de patas curvas y lustrosas”) y el piano (con la partitura de Old Sweet Song abierta en la última página, “con las indicaciones finales ad libitum, forte, pedal, animato, sostenido, pedal, ritirando, final, que Boylan ha estado practicando –inter alia– con Molly Bloom) se describen exactamente y se pone la atención en sus “significados de similitud, de postura, de simbolismo, de evidencia circunstancial, de supermanencia testimonial”.

Se cataloga la biblioteca de Mr. Bloom y se definen los diversos objetos que atraen su mirada. Comienza a desvestirse y sus gestos y las secciones de su anatomía consecuentemente revelados se describen gráfica y cinematográficamente. Ahora hace una pausa para meditar. “Uno de sus axiomas era que meditaciones semejantes o el contarse a sí mismo determinados hechos concernientes a sí mismo o bien recordar con tranquilidad el pasado cuando se practicaban como hábito previo al retiro nocturno aliviaban la fatiga y producían como resultado un reposo profundo y una vitalidad renovada.”

Ahora se nos muestra la Casa Ideal de Mr. Bloom – Bloom Cottage o Saint Leopold’s o Flowerville– sus jardines y dependencias, nos enteramos de los salarios exactos de su personal doméstico (ideal) y visitamos incluso su “cobertizo de madera” con diversos implementos inventariados.

“¿Tales como?

“Trampas para anguilas, cestas de langostas, cañas de pescar, hacha, balanza romana, piedra de afilar, azada, enfardadora, saco de transporte, escalera telescópica, rastrillo de 10 dientes, botas de goma, trilladora, horquilla, machete, un tarro de pintura, un pincel, zapapico, etcétera.”

Se elaboran varios planes hasta el menor detalle, y se evalúan las chances de realización de estos proyectos. Se catalogan los contenidos del primer cajón de su escritorio: una colección miscelánea de fotografías, documentos, avisos publicitarios, su correspondencia con Martha Clifford, y su nombre y domicilio transliterados “en criptograma alfabético invertido en minúscula bustrofedónico puntuado (vocales suprimidas) N. IGS. / WI. UU. OX / W. OKS. MH / Y. IM”[13]. En el segundo cajón hay varios documentos legales (especificados), un recorte de prensa referido al cambio de apellido por vía de hecho de Rudolph Virag por Bloom, otros papeles familiares, un certificado de acciones, etc.

Ahora se plantea un problema. “Reduzca a Bloom mediante multiplicaciones cruzadas de reveses de fortuna, de los que estos bienes lo protegían, y por eliminación de todos los valores positivos, a una cantidad insignificante, negativa, irracional e irreal.” En la respuesta que sigue vemos su declinación gradual, etapa por etapa, hasta un mendigo ensuciado por perros vagabundos sin licencia, acribillado por la “descarga infantil de misiles vegetales descompuestos, de poco o ningún valor; ninguno o menos que nada.” Una situación semejante podría terminarse “Por muerte (cambio de estado); por partida (cambio de lugar)”.

Sigue un análisis de un hipotético viaje, una desaparición, que podría compararse con las leyendas y especulaciones de ciertos escritores post homéricos respecto de los subsiguientes viajes de Odiseo tras su regreso a Ítaca y la destrucción de los pretendientes. Un segundo viaje, de hecho, se le impuso a Odiseo por Tiresias, una expedición al interior profundo hasta que se encontrara con “hombres que ni siquiera conocen el mar ni comen carne sazonada con sal”. De acuerdo con un reporte[14] Odiseo viajó a Etolia, se casó con una princesa y murió allí a una edad avanzada; otra leyenda relata que Odiseo se estableció en Tesprotia, se casó con la reina Calídice y, tras conducir a los tesprotes a varias victorias, llegó a un honorable final en su país adoptivo. Así Mr. Bloom se ve viajando a Jerusalén, a “la tierra de los esquimales (comedores de jabón); el país prohibido del Tíbet (del que ningún viajero regresa); la bahía de Nápoles (verla implicaba morir); el Mar Muerto”. Se exploran las consecuencias de semejante eclipse y leemos el aviso –recompensa de £5, ausente, secuestrado o extraviado, etc.– por el que la pseudo viuda intentará recuperar a su aventurero perdido. Tenemos una versión astronómica del motif “regreso del viajero” (a menudo aludido en este comentario, e ilustrado por todos lados por referencias a Simbad, Rip van Winkle, la octava).

“¿No reaparecería nunca el desaparecido en ninguna parte ni de manera alguna?

“Vagaría por siempre, autoimpulsado hacia el límite extremo de su órbita planetaria, más allá de las estrellas fijas, los soles móviles y los planetas telescópicos, astronómicamente extraviados o errantes, hasta el límite terminal del espacio, pasando de país en país, entre la gente, en medio de acontecimientos. En algún lugar escucharía de manera imperceptible y algo reticente, compelido por el sol, obedecería la orden de regresar. De allí, desapareciendo de la constelación de la Corona del Norte, habría de reaparecer de algún modo renacido sobre el delta en la constelación de Casiopea y luego de incalculables eones de peregrinación retornaría como vengador enajenado, ejecutor de la justicia sobre los malhechores, como un oscuro cruzado, como un durmiente que resurge del sueño con recursos financieros superiores (teóricamente) que sobrepasaban los de Rothschild o los del rey de plata.

“¿Qué volvería irracional ese regreso?

“Una ecuación insatisfactoria entre un éxodo y un retorno en el tiempo a través del espacio reversible y un éxodo y regreso en el espacio a través del tiempo irreversible.

“¿Qué juego de fuerzas, incluyendo la inercia, volvía indeseable la partida?

“Lo avanzado de la hora, que invitaba a la postergación; la oscuridad de la noche, que todo lo vuelve invisible; la inseguridad de los caminos, que la volvía peligrosa; la necesidad de reposo, que desalienta el movimiento; la proximidad de una cama ocupada, que hace innecesaria la búsqueda; la anticipación del calor (humano) templado con la frescura (sábanas) que se opone al deseo y lo hace deseable; la estatua de Narciso, sonido sin eco, deseo deseado.”

Ahora se resumen en términos rituales los sucesos del Bloomsday, por ejemplo: la preparación del desayuno (ofrenda quemada); el baño (rito de Juan); el funeral (rito de Samuel); el altercado con un troglodita truculento; la visita al lupanar y la reyerta ocasional (Armagedón); la caminata nocturna hacia y desde el refugio de los cocheros, Butt Bridge (expiación).

La visión de la cama ocupada, deseable y deseada, hiere el punto débil de la conciencia de Mr. Bloom, su conocimiento de la bonne fortune de Blazes Boylan; pero afortunadamente Mr. Bloom es un hombre que ha visto y sufrido mucho, un graduado con honores en lo que a él le gusta llamar “la universidad de la vida”.

“¿Si hubiese sonreído, por qué habría sonreído?

“Al reflexionar que cada uno que entra se imagina que es el primero mientras que es siempre el último término de una serie precedente aun si es el primer término de una serie sucesiva, imaginándose cada uno ser el primero, el último, el solo y único, mientras que no es ni primero ni último ni único en una serie que se origina en y es repetida hasta el infinito.”

De ganze Strudel strebt nach oben:

Du glaubst zu schieben, und du wirts geschoben.[15]

(Este pasaje tiene por supuesto una referencia mucho más amplia que las divagaciones amorosas de Molly Bloom, quien, como señalaré en el próximo capítulo, en muchos de sus aspectos representa la Tierra, la propia Naturaleza. Cada hombre cree que es el “primero, el último, el solo y único” –esta es, de hecho, “la ilusión de la vida”– pero, podemos suponer, el Demiurgo sonríe ante semejante fatuidad.)

“¿Con qué sentimientos antagónicos resultaron afectadas sus reflexiones posteriores?

“Envidia, celos, abnegación, ecuanimidad.

“¿Ecuanimidad?

“Tan natural como cualquiera de los actos naturales de una naturaleza que se expresa o que se entiende ejecutada en naturalizada naturaleza por criaturas naturales según las naturalizadas naturalezas de él, de ella o de ellos, de similitud disímil. No tan calamitoso como una aniquilación cataclísmica del planeta a causa de la colisión con un agujero negro. Menos reprochable que un robo, un asalto en ruta, la crueldad con niños y animales, la obtención de dinero de manera engañosa, la falsificación, el peculado, la malversación de fondos públicos, la defraudación de la confianza pública, las enfermedades fingidas, el descuartizamiento, la corrupción de menores, la difamación criminal, la extorsión, el desacato, el incendio intencional, la felonía, el motín a bordo, la violación de domicilio, el robo con escalamiento, la fuga de prisión, la práctica de vicios antinaturales, la deserción de las fuerzas armadas en el campo de batalla, el perjurio, la caza furtiva, la usura, la complicidad con los enemigos del rey, la ocultación del estado civil, el asalto criminal, el homicidio, el asesinato con premeditación y alevosía. No más anormal que todos los demás procesos paralelos de adaptación a condiciones de existencia alteradas, resultantes en un equilibrio recíproco entre el organismo corporal y sus circunstancias contingentes, alimentos, bebidas, hábitos adquiridos, inclinaciones satisfechas, enfermedades colaterales. Más que inevitable, irreparable.”

Porque Mr. Bloom ha aprendido que una “ley no escrita” vale menos incluso que el papel en el que no está escrita, que el “triángulo eterno” es una figura meramente geométrica. Él completa la extinción de Eurímaco considerando:

“la transición gramatical natural por inversión sin implicar ninguna alteración de sentido de una proposición aorista pretérita (analizada gramaticalmente como sujeto masculino singular, verbo transitivo monosilábico onomatopéyico con objeto directo femenino) de la voz activa en su correlativa proposición aorista pretérita (analizada gramaticalmente como sujeto femenino, verbo auxiliar y participio pasado cuasimonosilábico onomatopéyico con agente complementario masculino) de la voz pasiva; la producción continua de inseminadores por generación; la producción continua de semen por destilación; la futilidad del triunfo o la protesta o la venganza; la inanidad de la virtud tan exaltada; el letargo de la materia ignorante; la apatía de las estrellas.”

El viajero de regreso narra para Molly, que yace despierta, sus aventuras, pero, como Odiseo, que omitió mencionar a Nausica, suprime prudentemente ciertos detalles. A “Stephen Dedalus, profesor y autor” lo convierte en el punto saliente de su narración.

“¿En qué direcciones yacían oyente y narrador?

“Oyente: E-SE; Narrador: O-NO; en el paralelo 53 de latitud N, y 6to. meridiano de longitud O; a un ángulo de 45º del ecuador terrestre.

“¿En qué estado de reposo o movimiento?

“En reposo relativo respecto de ellos mismos y cada uno respecto del otro. En movimiento, siendo ambos transportados hacia el oeste, respectivamente[16] hacia adelante y hacia atrás, por el propio movimiento perpetuo de la tierra a través de los caminos tancambiantes de un espacio nuncambiante.

“¿En qué postura?

“Oyente: acostada semilateralmente, del lado izquierdo, la mano izquierda debajo de la cabeza, la pierna derecha extendida en línea recta y descansando sobre la pierna izquierda, flexionada, en actitud de Gea-Tellus, satisfecha, recostada, plena de simiente. Narrador: acostado lateralmente, hacia la izquierda, con pierna izquierda y derecha flexionadas, el índice y el pulgar de la mano derecha reposando en el tabique de la nariz, en la pose en que aparecía en una fotografía instantánea tomada por Percy Apjohn, el niñohombre fatigado, el hombreniño en el útero.

“¿Útero? ¿Fatigado?

“Descansa. Ha viajado.

“¿Con?

“Simbad el Sarino y Timbad el Trajero y Jimbad el Jarcelero y Whimbad el Wallenero y Nimbad el Ningudo y Fimbad el Falluto y Bimbad el Bancante y Pimpad el Paldero y Himbad el Haludo y Rimbad el Rielero y Dimbad el Kailero y Vimbad el Quagón y Limbad el Yailero y Ximbad el Phtharino.

“¿Cuándo?

“Yendo a la cama oscura había un cuadrado redondo Simbad el Marino huevo de alca de rocho en la noche de la cama de todos los alcas de los rochos de Oscurimbad el Brilladiador.

“¿Dónde? ·

“·

“Tal fue lo postrero que mencionó cuando ya lo vencía el sueño, que relaja los miembros y deja el ánimo libre de inquietudes.”[17]


[1] De todas maneras es relevante que Joyce, típicamente contrario a las escenas de matanzas, comprima su contraparte para la sección de la Odisea de Homero (un cuarto de todo el poema) que tiene que ver con la matanza de los pretendientes, en un único episodio (menos de una décima parte de Ulises).

[2] NdT: Finnegans Wake, página 569.

[3] El siete era considerado por los caldeos, los fenicios, los egipcios y los griegos por igual como un número de una virtud particular. Así las torres caldeas tenían siete pisos, Anu siete mensajeros, el Infierno siete puertas, Simbad hizo siete viajes, el Nilo tiene siete bocas, etc. “En la Odisea encontramos”, observa M. Bérard, “una alternancia de ritmos septenarios y quinarios, y este sistema de numeración es, como la toponimia homérica, greco-semita.”  “El número siete”, según Hartmann, “es la escala de la naturaleza, está representado en todos los departamentos de la naturaleza desde el sol cuya luz es descompuesta por una gota de rocío en los siete colores del arco iris, hasta el copo de nieve cristalizado en seis puntos alrededor del centro visible.” “El siete”, como observaba John Eglinton (página 189) “es un número caro para la mente mística.”

[4] NdT. Esta fecha es la que figura en el Ulises de 1922, en la traducción al francés (revisada por Stuart Gilbert y James Joyce), en la edición de The Modern Library de 1932, entre otras. Sin embargo posiblemente se trate de un error inadvertido y por eso en  la Edición Gabler figura: “período juliano 6617, MCMIV”, lo que parece más razonable. Así figura en las ediciones del Ulises de El Cuenco de Plata.

[5] Página 95.

[6] NdT: un hotel con un anexo para baños turcos.

[7] Página 110.

[8] Página 131.

[9] Página 188.

[10] Página 370.

[11] Página 429.

[12] Página 432.

[13] Para resolverlo sobreponer un alfabeto de izquierda a derecha sobre uno de derecha a izquierda. La segunda palabra, un nombre secreto, es “reservado”; la clave para esta reserva puede hallarse en la Misa Negra de Circe.

[14] Ver Albert Hartmann, Untersuchungen über die Sagen vom Tod des Odysseus.

[15] Goethe, en la escena “Brocken” de Fausto. NdT: como Gilbert no traduce, Google dice: “Todo el remolino se esfuerza hacia arriba: Crees que estás presionando y estás siendo empujado.”

[16] Como nos enteramos en Penélope, Mr. y Mrs. Bloom tienen una manera curiosa de dormir lado a lado; esta última está dispuesta de manera normal, pero Leopold está acostado con los pies hacia la cabecera de la cama.

[17] Odisea, XXIII 342, 343.

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