CIRCE

15.

ESCENA                                        El Burdel

HORA                                             12 p.m.

ÓRGANO                                  Aparato Motriz

ARTE                                               Magia

SÍMBOLO                                                       Puta

TÉCNICA                                    Alucinación

El último episodio concluyó con la orgía de Stephen y los estudiantes de medicina en el pub de Burke, culminando, justo a la hora del cierre, con una ronda de absenta. Mr. Bloom, decidido a vigilar a Stephen, es fiel hasta el final, aunque despreciado y burlado por la compañía de jóvenes que se están agarrando una “deliciosa borrachera” a expensas de Stephen. “Y bue, le digjo, si eso nescosa de moishes, bue, me vbfoy abf mishar bfuna misfshina.” El prudente Mr. Bloom, rechazando la absenta, se ha limitado a la “bebida de Roma”, un vaso de vino. Si bien bastante cansado, todavía está casi sobrio, pero Stephen, que ha estado “mezclando” está muy borracho. Desde la hora de cierre hasta el comienzo de Circe (medianoche), hay un período de una hora en blanco; lo que sucedió en el ínterin se puede recrear a partir de fragmentos de otros episodios. Mulligan y Haines, no habiendo más tragos en el horizonte, “embaucaron” (como lo pone Mr. Bloom) a Stephen en la estación de Westland Row. Mr. Bloom tiene la sospecha más grave de “el Buck”.  “No me causaría la menor sorpresa saber que han echado en su bebida un toque de tabaco o algún narcótico con algún propósito ulterior.” Stephen, abandonado por todos menos por Lynch,[1] se sube a un tren de la línea circular dispuesto a seguir de parranda. Mr. Bloom lo sigue precipitadamente.

“Esto es correr gansos silvestres[2]. Casas de perdición. Vaya a saber dónde se han ido. Los borrachos cubren la distancia el doble de rápido. Buena mezcolanza. La escena en Westland Row. Luego pasarse a primera clase con boleto de tercera. Después demasiado lejos. El tren con la locomotora detrás. Podría haberme llevado a Malahide o a un desvío por la noche o chocar. La segunda copa tiene la culpa. La medida es una sola. ¿Para qué lo estoy siguiendo? Sin embargo, es el mejor de ese lote.”

Es una noche brumosa después del chaparrón y Mr. Bloom pierde de vista a Stephen en la entrada del distrito de los burdeles. Se apresura resueltamente entre la niebla, pasando sombras espectrales, arpías borrachas, soldados pendencieros, obreros tambaleantes, y finalmente llega a la casa de Mrs. Bella Cohen en Tyrone Street. Stephen y Lynch, Zoe, Flora y Kitty,[3] están trenzados en un confuso discurso sobre la filosofía de la música; Stephen está tocando “quintas vacías” en el piano del burdel. Mrs. Bella Cohen reclama sus tarifas; Stephen, con ebria generosidad, se excede en la tarifa, pero Bloom viene al rescate.

“BLOOM

(Coloca tranquilamente medio soberano sobre la mesa entre Bella y Florry.) De modo que. Permítanme. (Toma el billete de una libra.) Tres veces diez. Estamos a mano.

“BELLA

(Admirativamente.) Eres tan astuto, viejo cocorito. Hasta me dan ganas de besarte.”

“BLOOM

(Con tranquilidad.) Sería mejor que me diera ese dinero para que se lo guarde. ¿Para qué pagar de más?

“STEPHEN

(Le da todas las monedas.) Seamos justos antes que generosos.

“BLOOM

Lo seré, pero ¿es razonable? (Cuenta.) Uno, siete, once y cinco. Seis. Once. No respondo por lo que pudo haber perdido.”

Lynch le da dos peniques a Zoe para insertar en la ranura del piano, que empieza a tocar Mi chica es una chica de Yorkshire, y los jóvenes y las muchachas bailan juntos. Stephen remolinea tambaleándose, cada vez más rápido, en un frenético tripudium[4] borracho.

“FLORRY

(Señala a Stephen.) ¡Miren! Está pálido.

“BLOOM

(Va hasta la ventana para abrirla un poco más.) Mareado.”

En el clímax de su éxtasis destroza el candelabro a gas y sale corriendo hacia la oscuridad. Mr. Bloom se demora arreglando las cuentas por el daño de la lámpara. Sale de prisa y se encuentra Stephen envuelto en una reyerta con dos soldados, quienes se imaginan que ha insultado a su novia.

“SOLDADO CARR

“(Se libera.) Lo voy a insultar.

“(Se abalanza sobre Stephen, con puños extendidos, y lo golpea en la cara. Stephen se tambalea, se dobla, cae aturdido. Yace de espaldas, de cara al cielo, su sombrero rodando hacia la pared. Bloom lo sigue y lo levanta.)”

Stephen yace inconsciente en el suelo con Bloom que lo observa solícitamente, susurrándole al oído. Llegan dos policías y empiezan a tomar nota de los nombres. El funebrero, Corny Kelleher, que está conduciendo a un grupo de “viajantes de comercio” por el barrio de los burdeles, aparece desde la oscuridad. Con su ayuda los policías se tranquilizan (Corny es una figura popular de Dublín) y el episodio concluye mientras Stephen recupera gradualmente la conciencia, vigilado por un leal Mr. Bloom.

“Los burdeles están construidos con los ladrillos de la religión.” La paradoja de Blake puede proporcionar alguna explicación del curioso hecho de que Dublín, la gran ciudad católica del Norte de Europa, tuviera un “distrito de luces rojas” reconocido. La religión católica, defendiendo la inviolable santidad del matrimonio, no acepta componendas, y condena la moralidad del avestruz de esos creyentes híbridos que, enterrando sus cabezas en las arenas del decoro, se niegan a reconocer la debilidad de la carne. Así se ha escrito de ese gran santo, Vincent Ferrer, que “una antigua tradición nos asegura que elaboró un código de regulaciones para las maisons de tolérance”.[5] El hombre que, pasando bajo el rojo faro de la mala fama, visita un burdel “regulado” no puede no saber que está cometiendo un pecado mortal; no transigir con la conciencia es posible, nada de la imberbe piedad que condona la fornicación o el adulterio como una necesidad romántica o un lapso no premeditado. Tampoco los modernos recursos del divorcio rápido y el amor libre, promiscuidad de hecho, son por supuesto, compatibles con la existencia de los burdeles. En un ambiente de ese tipo la prostituta desaparece; en un mundo de amateurs competentes el profesional no tiene lugar. Pero la religión católica, implacablemente lógica, pone en nítido contraste la virtud de un lado y el vicio de otro; luz blanca del cielo, roja del infierno; la Sagrada Eucaristía y la Misa Negra, Stephen Dedalus entra al burdel cantando un Introito y en el clímax, justo antes de que el soldado borracho lo durmiera de una trompada, participa en una Misa Negra. El episodio Circe, de hecho, está “construido sobre los ladrillos de la religión”.

El cuento de Circe es una leyenda de magia negra. Debajo del Monte Circeo (este es uno de los raros nombres de lugares homéricos que han persistido a través de los siglos) todavía está la gruta de la maga, Grotta della Maga. Aquí desembarcaron Odiseo y sus compañeros tras su aventura con los lestrigones, y una partida de veintidós hombres se internó tierra adentro para espiar el territorio.

“Dentro de un valle y en lugar vistoso descubrieron el palacio de Circe, construido de piedra pulimentada. En torno suyo concenrábanse lobos montaraces y leones a los que Circe había encantado dándoles funestas drogas; pero estos animales no acometieron a mis hombres, sino que, levantándose, fueron a halagarlos con sus colas larguísimas.”

M. Bérard señala que al pie del alto Monte Leano, que domina la cenagosa y  densamente boscosa región detrás del Monte Circeo, hubo en un tiempo un famoso templo en honor a Feronia, diosa de las bestias salvajes. Después de comienzos de junio “los pantanos se secan y los estanques están secos. Los niños tiemblan de fiebre.” Los jabalíes y los lobos infestaban estos pantanos palúdicos. El episodio Circe tiene toda la inestabilidad febril, la intensidad luminosa que (como lo saben por experiencia propia quienes han vivido en el Lejano Oriente) caracterizan las alucinaciones de la malaria.

Los aqueos entraron al palacio de Circe.

“Los hizo entrar y los sentó en sillas y sillones, confeccionó un potaje de queso, harina y miel fresca con vino de Prammio, y echó en él drogas perniciosas, para que los míos olvidaran por entero la tierra patria.[6] Dióselo, bebieron y, de contado, los tocó con una varita y los encerró en pocilgas.”

Odiseo, avisado por el único sobreviviente de esta metamorfosis, corrió al rescate. En el camino se encontró con Hermes, el de áurea vara, quien le dio una hierba mágica para contrarrestar las drogas de Circe. “Tenía negra la raíz y era blanca como la leche su flor. Los dioses la llaman moly,[7] y es muy difícil de arrancar para un mortal, pero las deidades lo pueden todo.”

Armado con la planta mágica Odiseo bebió valientemente de la copa de oro de Circe.

“Mas tan luego como me la dio y la bebí, sin que lograra encantarme, tocóme con la vara mientras me decía estas palabras:

“’Ve ahora a la pocilga y échate con tus compañeros.’

“Así habló. Desenvainé la aguda espada que llevaba cerca del muslo y arremetí contra Circe, como deseando matarla. Ella lanzó agudos gritos, me abrazó por las rodillas.”

Al reconocer a Odiseo Circe lo invitó a su cama y, ante su petición, liberó a sus compañeros.

“Circe salió del palacio con la vara en la mano, abrió las puertas de la pocilga y sacó a mis compañeros en figura de cuerpos de nueve años. Colocáronse delante y anduvo por entre ellos, untándolos con una nueva droga; en el acto cayeron de los miembros las cerdas que antes les hizo crecer la perniciosa droga suministrada por la veneranda Circe, y mis amigos tornaron a ser hombres, pero más jóvenes aún y mucho más hermosos y altos.”

El dominio de Feronia, diosa de los bosques y la fauna, abunda hasta hoy en jabalíes y cerdos; desde un pasado remoto las ciudades vecinas han llevado los nombres de Setia (Sezze) y Suessa (la Ciudad Cerdo). Por eso Zoe, en respuesta a pregunta de Mr. Bloom “¿De dónde eres?”, responde elocuentemente “De Hog’s Norton, donde los cerdos tocan el órgano[8].”

El arte de este episodio es la magia y su técnica la “alucinación”. Los objetos inanimados, los pensamientos no expresados, cobran vida y se mueven como seres zoomórficos independientes. Los espectros se alzan entre los muertos, el escuálido vestíbulo del burdel se transforma en una secuencia desconcertante de cambios de escena. En realidad, el trasfondo de este episodio, el más “teatral” de Ulises, es una serie de escenas de transformación. Sin embargo, todas estas alucinaciones son amplificaciones  de algunas circunstancias reales, tienen una lógica propia y no son meras visiones huecas descolgadas de una fantasía de confusión y fatiga. Ex nihilo nihil fit; incluso la maga Circe solo podía transformar, no crear. Uno de los aspectos más interesantes de este episodio, tan fascinante como la persecución de claves en una historia de detectives bien urdida, es la detección de la cosa, palabra o pensamiento de donde ha surgido la alucinación. También aquí, pese al pandemónium de apariciones confusas, el artista tiene con rienda firme a los tigres de la ira que tiran de su carro a través de este nuevo infierno.

En toda metamorfosis hay una etapa de movimiento trabado y torpe. La mariposa, recién emergida de la pupa y luchando para subir por una rampa para secar sus alas mojadas y flojas, es una figura tan desgarbada como un nouveau riche en su primera cena en sociedad. Los compañeros de Odiseo, después de que Circe los convirtiera en cerdos, aunque según nos cuenta Homero su espíritu fuese “tan tenaz como antes”, debe haber sido bastante inestable al principio trotando en cuatro patas dentro de la pocilga. En este episodio hay muchos pasajes donde se retrata la torpeza de los movimientos larvales. Así, cuando Bloom está por entrar al burdel. “tropieza torpemente”.

“ZOE

(Con mano salvadora lo atrapa a tiempo.) ¡Upa! No vayas a caer escaleras arriba.

“BLOOM

El justo cae siete veces. (Se hace a un lado en el umbral.) Después de usted. Buenos modales, que le dicen.

“ZOE

Las damas primero, los caballeros después. (Ella cruza el umbral. Él vacila. Ella se da vuelta y, extendiendo las manos, lo hace entrar. Él da un salto.)”

La mente y los pensamientos de Mr. Bloom (y en menor medida los de Stephen) experimentan una metamorfosis feral. Su incipientes deseos toman forma y se realizan delante de él. Todo lo que secretamente deseaba hacer, ver, sufrir, las oscuras perversiones, las imaginaciones obscenas del morador bajo el umbral, más bestia que hombre, todas estas cabriolas, farfullando, por el vestíbulo del burdel. “El infierno está vacío, y todos los demonios están aquí.” Las visiones de Bloom son generalmente eróticas y perversas, las de Stephen son grotescas o trágicas. Sin embargo en las últimas páginas del episodio Bloom se redime con la nostálgica visión de Rudy, su hijo muerto.

Creo que fue Mr. Middleton Murry el primero que bautizó el episodio Circe (a veces erróneamente asimilado al episodio Hades de la Odisea) la “Walpurgisnacht” de Ulises, y lo adecuado de este título, adoptado por muchos escritores posteriores, es obvio.[9] Pero hay otro rapprochement (sugerido por Mr. Wyndham Lewis en Time and Western Man) quizás igualmente adecuado. En La tentación de San Antonio de Flaubert encontramos una invocación similar de los espectros de las catacumbas de la conciencia, asistimos a procesiones análogas de grotescas figuras simbólicas atravesando el desierto y también animales, reales o míticos (particularmente el fiel cerdo del santo), renuevan el milagro de la burra de Baalam. Sin embargo, generalmente, en La tentación de San Antonio los fantasmas surgen automáticamente como de lo inane, mientras que las “tentaciones” de Circe siempre están preparadas, son la amplificación lógica de algún objeto real, glosas de algún pensamiento silencioso o pronunciado. Ocasionalmente la técnica de Flaubert anticipa la de Joyce, por ejemplo en el pasaje donde el santo se esfuerza en fijar la atención en el Libro Sagrado.

“Ah … eso me hace bien … ¡mi cabeza se despeja! … para ver a quienes esquilaban sus ovejas …

Un balido parte del horizonte.

O cuando medita sobre su juventud:

“… cuando corría por las montañas detrás de los ciervos ligeros …

Cae en un ensueño.

“Y la voz de los perros me llegaba con el ruido de los torrentes y el murmullo del follaje.

Dos lebreles acoplados pasan sus hocicos por las ramas, tirando de la cuerda que retiene con el dedo una joven dama vestida de corto.

En estos pasajes el balido de las ovejas y los sabuesos sujetos a la correa son alusiones surgidas directamente de lo que el santo está leyendo o pensando –pero esos casos son excepcionales en la Tentación.

Hay una similitud curiosa entre la visión de Bloom de su esposa como una bella mujer en ropas turcas, parada “junto a un espejismo de palmeras” y la visión de la reina de Saba. Un camello obsequioso aguarda a Mrs. Bloom

“En sus pies, anillos engarzados con piedras preciosas. Los tobillos están unidos por una delgada cadena. Junto a ella, coronado con un turbante en torreta, un camello aguarda. Una escalera de seda de innumerables peldaños pende de su oscilante howdah. Él se pasea por allí con los cuartos traseros malhumorados. Con ferocidad le azota ella la grupa, los bordorados brazaletes en su muñeca furiotañentes, regañándolo en morisco.

“… Levantando una pata delantera, el camello arranca de un árbol un gran mango, lo ofrece a su ama, parpadeando, con su pezuña hendida; luego baja la cabeza y, gruñendo, con el cuello erguido, se arrodilla a tientas.”

Flaubert describe así el arribo de la reina de Saba.

Las bestias jadeantes se echan. Los esclavos se precipitan sobre los fardos, para desatar las cuerdas con sus dientes. Se desenrollan tapices vistosos, se despliegan sobre la tierra cosas que brillan. Un elefante blanco, recubierto con un hilo de oro, corre sacudiendo el buqué de plumas que le ciñe la frente. Sobre el lomo, entre almohadones de lana azul, con las piernas cruzadas, pupilas semicerradas y balanceando la cabeza, hay una mujer tan espléndidamente vestida que todo resplandece a su alrededor … el elefante pliega las rodillas, y la reina de Saba, deslizándose sobre su lomo, desciende sobre el tapiz y avanza hacia san Antonio … Ella sacude su sombrilla, haciendo tintinear los cascabeles. Doce negritos crespos portan la larga cola de su bello vestido, del cual un simio sostiene un extremo que levanta de tanto en tanto para mirar debajo.”

Estas últimas líneas tienen eco en la visión de Stephen sobre él mismo como el cardenal Dedalus, primado de toda Irlanda. “Siete acólitos enanos y simiescos vestidos también de rojo, los pecados cardinales, portan su cola intentando espiar debajo.” Esta alusión es deliberada, y está destinada a sugerir un paralelo entre las pompas y vanidades de la Iglesia y la lujuria de la reina de Saba.

En su introducción a la Primera tentación de san Antonio (de la que se tomaron las citas anteriores), hay ciertas observaciones de M. Louis Bertrand que son apropiadas tanto para la obra de Joyce como la de Flaubert.[10]

“Como en la obras de teatro medievales, el tema de San Antonio es, hablando en general, el triunfo de la Fe sobre el Error, del Vicio sobre la Virtud [sic], y, especialmente, ese triunfo problemático, la salvación de un alma. Pese a sus tentaciones y el fujo de insinuaciones que lo asaltan, ¿se salvará el eremita? De hecho, Flaubert no responde a esta pregunta y no ofrece un dénouement a su drama. Y esto porque su filosofía va incluso más allá que la de Spinoza. Flaubert es un escéptico absoluto. Spinoza cree en la Ciencia, en el futuro del conocimiento científico, pero Flaubert desconfía de estos, como desconfía de todas las explicaciones posibles del universo. … ‘Veo pasar en las paredes como si fueran vagas sombras y me asusto.’[11] Esas sombras vagas son la enormidad de lo desconocido, todo lo que eludirá por siempre las garras de la ciencia, todo lo que lo perturba pese a su voluntad de ignorar el misterio.

“Flaubert tampoco tiene ninguna fe en la Razón. Como el Demonio le dice a San Antonio: ‘¿Suponiendo que el absurdo fuera la verdad?’

“Así su libro no lleva a ninguna conclusión. De acuerdo con un fijo principio suyo se ha prohibido una conclusión.[12] El artista debería pararse ante su obra como Dios ante Su creación. Dios nunca ha impuesto una conclusión, o revelado Su plan final.”

La “atmósfera” de este episodio está creada en la primera dirección escénica –niebla, miseria, habla y movimiento dificultosos, criaturas deformes, una mujer pigmea, un Calibán que ruge en un sueño bestial, una Sycorax de regreso a su cubil. (En los extractos siguientes se notará que los gestos y actos de los personajes a menudo se describen en términos del mundo animal.)

“(La entrada por Mabbot Street al submundo nocturno, frente a la que se extiende un esqueleto de desvíos de tranvías sin adoquinar, fuegos fatuos verdes y rojos y señales de peligro. Hileras de casas mugrientas con las puertas entreabiertas. Raros faroles con pantallas débilmente irisadas. Alrededor de la góndola estacionada de helados Rabaiotti unos hombres y mujeres raquíticos riñen. Sostienen cucuruchos en los que se apelotonan montañas de nieve de carbón y de cobre. Lamiendo, se dispersan lentamente. Niños. La cola de cisne de la góndola, enarbolada, se adentra en la penumbra, blanca y azul bajo un farol. Silbatos que llaman y contestan.)

“LAS LLAMADAS

“Espera, mi amor, y estaré contigo.

“LAS RESPUESTAS

“Ahí, detrás del establo.

“(Un idiota sordomudo de ojos saltones, con una informe boca babeante, irrumpe sacudido por la danza de San Vito. Una cadena de manos infantiles lo rodea.)

“LOS NIÑOS

“¡Zurdo! ¡Saludo!

“EL IDIOTA

“(Levanta un brazo tullido y gorjea.) ¡Garagalud!

“LOS NIÑOS

“¿Dónde está la gran luz?

“EL IDIOTA

“(Glugluteando.) Glaglastá.

“(Lo liberan. Se aleja saltando. Una mujer pigmea se hamaca en una soga colgada de las barandillas, contando. Una forma despatarrada contra un tarro de basura, enmascarada por su brazo y su sombrero, se mueve, gime, gruñe con un entrechocar de dientes y vuelve a roncar. En un escalón, un gnomo que revuelve una pila de basura se acuclilla para echarse al hombro una bolsa de harapos y huesos. Al costado, una bruja que sostiene una humeante lámpara de aceite le zampa en el buche de la bolsa una última botella. Él levanta su botín, se encasqueta la gorra con la visera de costado y se va rengueando en silencio. Balanceando la lámpara, la bruja regresa a su guarida. Un niño patizambo acuclillado en un portal con un volante de papel, se arrastra de costado detrás de ella, la toma de la falda y se le trepa. Un obrero borracho se aferra con ambas manos a los barrotes de una reja, tambaleándose pesadamente. En un rincón de la calle dos agentes con esclavinas y sosteniendo la empuñadura de sus bastones se destacan por su altura. Un plato se hace añicos; una mujer grita; un niño llora. Los insultos de un hombre braman, farfullan, cesan. Unas siluetas deambulan, acechan, espían desde madrigueras. En un cuarto iluminado por una vela encajada en el cuello de una botella una puta despioja con un peine la cabellera enmarañada de un niño escrofuloso. La voz todavía joven de Cissy Caffrey canta aguda desde un callejón.)

A través de este infierno avanza Stephen, seguido a la distancia por un Bloom inadvertido.

“(Stephen, revoleando el bastón en la mano izquierda, salmodia con alegría el introito para tiempo de pascua. Lynch, con su gorra de jockey encajada hasta las cejas, lo escolta con una mueca desdeñosa que le arruga la cara.)

“STEPHEN

“Vidi aquam egredientem de templo a latere dextro. Alleluia.

“(Los colmillos famélicos de una vieja madama sobresalen de un portal.)

“LA MADAMA

“(Una voz murmura ronca.) ¡Chist! Vengan acá que les cuento. Virginidad adentro. ¡Chist!

“STEPHEN

“(Altius aliquantulum.) Et omnes ad quos pervenit aqua ista.

…………………………..

“STEPHEN

“(Triumphaliter.) Salvi facti sunt.

“(Blande su bastón, haciendo temblar la imagen de la lámpara, pulverizando luz sobre el mundo. Un spaniel hígado y blanco lo sigue al acecho, gruñendo. Lynch lo espanta de una patada.)”

Los vapores se espesan en formas elementales.

“Serpientes de niebla del río reptan lentamente. De los desagües, las alcantarillas, los sumideros a cielo abierto, los muladares, de todos lados se elevan vapores pestilentes. Un resplandor despunta hacia el sur, más allá de la desembocadura del río.” Hay un “fogonazo” en alguna parte. La palabra[13] le recuerda a Mr. Bloom al odioso Boylan y conjetura alegremente  que “podría ser la casa de él.”, tarareando: “¡Arde Londres, arde Londres! ¡Se incendia, se incendia!” ha estado corriendo para alcanzar a Stephen, y ahora repentinamente se inclina hacia un costado y gime: “Una puntada en el costado. ¿Para qué corrí?” (La “puntada en el costado” de Mr. Bloom es un ejemplo del motif de los “movimientos dificultosos” en este episodio. Ver los “viejos calambres” de Calibán.)

Bloom se apura y casi lo atropellan dos ciclistas que “pasan rozándolo” en la niebla y, de nuevo, por un motorman ñato, tal vez el mismo que a la mañana “le tapó la vista” interponiéndose entre él y “esa mujer que parecía una amazona” (ver  Lotófagos). Pega un salto hasta el cordón.

Esta salvada justa de un accidente (otro ejemplo característico es el tropezón de Bloom al entrar al burdel) introduce una interpretación semántica de la moly de Homero, que se sugiere varias veces en este episodio; para Joyce la moly representa el elemento del azar o la suerte, cuyos caprichos juegan un papel tan grande en cada Odisea. El azar es una flor blanca que surge de una raíz negra; “Para los mortales es difícil de arrancar, aunque para los dioses todas las cosas son posibles.” Para la omnisciencia y para los mortales que sean buenos excavadores tanto la flor como sus raíces escondidas les son aprehensibles. Incluso el número ganador en la mesa de la ruleta[14] podría ser previsto por alguien que pudiera discernir todas las oscuras raíces del evento.

Mientras Mr. Bloom avanza en la tiniebla lo sigue un perro cuyas transformaciones nos recuerdan al perro proteico observado por Stephen a la mañana. El perro, “un spaniel hígado y blanco”, escabulléndose detrás de Stephen, es pateado por Lynch; reaparece como un perdiguero olfateando a Bloom, después como un terrier, un bulldog, un sabueso. Caminando trabajosamente detrás de Stephen, Mr. Bloom se enfrenta con formas fantasmales que surgen desde las sombras a su paso. El viejo Rudolph Bloom le reprocha en yiddish-inglés: “¿Qué andas haciendo por acá?” Su madre lamenta un accidente de su juventud. Bloom ha comprado una “crubeen” (pata de cerdo) y una pata de cordero y, mientras se las mete en los bolsillos, repentinamente se le aparece Marion –evocada sin duda por un pensamiento de la loción para la cara, ordenada por ella, que sus bolsillos deberían contener, pero que no contienen.

“UNA VOZ

“(Cortante.) ¡Poldy!

“BLOOM

“¿Quién? (Baja la cabeza como un pato y esquiva torpemente un coscorrón.) A sus órdenes.[15]

“(Mira hacia arriba. Junto a un espejismo de palmeras una bella mujer en ropas turcas se para frente a él. Curvas opulentas rellenan sus pantalones escarlata y la casaca laminada en oro. Una amplia faja amarilla le ciñe la cintura. Un yashmak blanco, violeta por la noche, le cubre el rostro, dejando al descubierto sus grandes ojos oscuros y el cabello de ébano.)”

“¡Molly!

“MARION

“¿Cómo? De ahora en más Mrs. Marion cuando se dirija a mí, buen hombre. (Irónicamente.) ¿Tiene los pies helados de tanto esperar, mi maridito?

“BLOOM

“(Cambiando de un pie al otro.) No, no. En lo más mínimo.

“(Respira con profunda agitación, tragando bocanadas de aire, pregunta, anhela, patas de cerdo para la cena de la señora, cosas para contarle, excusas, deseo, fascinación. …)”

Mr. Bloom, “en un ejercicio de visión retrospectiva”, evoca ahora un amour de su juventud, Mrs. Breen, “sus ojos burlones bien abiertos, sonriendo con todos sus dientes de conejo”.

“MRS. BREEN

“¡Mr. Bloom! ¡Usted aquí, en esta guarida del pecado! ¡Lo agarré justito! ¡Sinvergüenza!

“BLOOM

“(Precipitadamente.) No pronuncie tan alto mi nombre. ¿Por quién me toma? No me delate. Las paredes oyen. ¿Cómo está usted? Hace tiempo que no. Se la ve espléndida. De veras. Bonito tiempo estamos teniendo para esta época del año. El negro refracta el calor. Un atajo a casa por aquí. Barrio interesante. Al rescate de mujeres caídas. Asilo Magdalena. Soy el secretario. …”

Ahora Mr. Bloom comienza un coqueteo espectral con la que alguna vez fue “la muchacha más bella de Dublín”, culminando en un “beso de paloma”.

“(Ella se esfuma de su lado. Seguido por el perro que gimotea él se encamina hacia las puertas del infierno. … En la vereda de un tugurio con las persianas bajas, un grupo de vagos escucha un cuento que el capataz de nariz achatada narra con voz ronca. Un par de mancos simulan una lucha, gruñendo, en mutilado juego de villanos.)

“EL CAPATAZ

“(Se acuclilla, con una voz que le sale deformada de la trompa.) Y cuando Cairns bajó del andamio en Beaver Street, no se le ocurre nada mejor que hacerlo en el balde de cerveza que estaba allí esperando entre la viruta para los yeseros de Derwan.

“LOS VAGOS

“(Carcajadas de paladares partidos.) ¡Oh caramba!

“(Los sombreros moteados de pintura se sacuden. Salpicados con la cola y la cal de sus chozas, retozan mutiladamente a su alrededor.)”

La alusión a Beaver Street ha transformado a los vagos en una tropa de torpes animales (die Unbehilflichen[16]), salpicados con los escombros de sus “chozas”.[17]

Mr. Bloom sigue adelante. “Llamativas muñecas se recuestan contra los portales iluminados, en los alféizares de las ventanas, fumando cigarrillos Birds Eye. El olor dulzón de la hierba opiácea flota hacia él en lentas guirnaldas redondas que se ovalan.” (Ver los filtros mágicos de Circe.) La visión de “dos agentes encapotados” que se acercan evoca en su conciencia culpable los espectros de sus faltas pasadas y presentes –de pensamiento con la mecanógrafa Martha Clifford, de acción con la sirvienta Mary Driscoll.

“Me sorprendió en el fondo de la casa, su señoría, una mañana en que la señora había salido de compras, pidiéndome un alfiler de gancho. Me sujetó y el resultado fueron cuatro moretones.”

Algunas damas de importancia que él ha deseado a la distancia, pero no castamente, se alzan para denunciarlo ante el tribunal de la conciencia.

“(Su Señoría, Sir Frederick Falkiner, primer magistrado de Dublín, en atuendo legal gris piedra se levanta de su banca, petrobarbado. Sostiene en sus brazos un paraguas como cetro. De su frente surgen rigurosos los cuernos de carnero de Moisés.)

“EL PRIMER MAGISTRADO

“Voy a ponerle fin a esta trata de blancas y arrancaré de Dublín esta odiosa peste. ¡Es un escándalo! (Se pone la toca negra.) Que se lo lleven, subcomisario, desde la tarima donde ahora está y quede detenido en custodia en el presidio de Mountjoy hasta que a Su Majestad le plazca y sea allí colgado por el cuello hasta morir y que se obedezca mi orden a su propio riesgo o que Dios se apiade de su alma. Llévenselo. (Una capucha negra desciende sobre su cabeza.)”

Aparece el verdugo Rumbold y Bloom protesta débilmente “estuve en un funeral”

“PRIMER AGENTE

“(Desenfunda la cachiporra.) ¡Mentiroso!

“(El perdiguero levanta el hocico, dejando ver el escorbútico rostro gris de Paddy Dignam. Lo ha roído todo. Exhala el aliento pútrido de un carroñero. Asume forma y estatura humanas. Su pelaje de dachshund se transforma en mortaja marrón. Su ojo verde brilla encarnizado. La mitad de una oreja, toda la nariz y ambos pulgares han sido devoralgolados.)

“PADDY DIGNAM

“(Con voz cavernosa.) Es cierto. Era mi funeral. El doctor Finucane confirmó mi deceso cuando sucumbí a la enfermedad por causas naturales. (Alza hacia la luna su cara mutilada color ceniza y aúlla lúgubremente.)

“BLOOM

“(Con aire triunfal.) ¿Pueden oírlo?

“PADDY DIGNAM

“Bloom, soy el espíritu de Paddy Dignam. ¡Escucha, escucha, oh, escucha!”

La búsqueda de Bloom casi ha terminado; se detiene ante una casa iluminada, desde donde los besos salen volando desde sus antros, trinando, gorjeando, arrullando.

“LOS BESOS

“(Trinando.) ¡Leo! (Gorjeando.) ¡Espesos blanduzcos húmedos para Leo! (Arrullando.) ¡Cucurucú! ¡Yummyum Mujmuj! (Trinando.) ¡Grandebiengrande! ¡Pirueta! ¡Leopopold! (Gorjeando.) ¡Leeoolee! (Arrullando.) ¡Oh Leo!

“(Se menean, revolotean entre sus ropas, se posan, brillantes pecas vertiginosas, argentados cequís.)”

Aquí hay una reminiscencia del cierre del episodio Néstor: Sobre las  espaldas de Mr. Deasy, “el sol diseminaba lentejuelas, monedas danzarinas.”

Mr. Bloom ha llegado a la casa de Bella Cohen,[18] el palacio de Circe, donde Stephen y Lynch se han sentado, hablándoles a tres jóvenes prostitutas.  Zoe palpa el bolsillo de Bloom y extrae una “papa negra toda arrugada” –una alusión literal a la raíz negra de la moly.

“(Guarda la papa avariciosamente en un bolsillo, luego lo toma del brazo, acariciándolo con suave calidez. Él sonríe incómodo. Lenta, nota a nota, se ejecuta una música oriental. Él se sumerge en el cristal dorado de sus ojos, realzados con kohol. Su sonrisa se dulcifica.)

“La próxima vez me reconocerás.

“BLOOM

“(Melancólico.) Nunca amé a una tierna gacela, pero era seguro que…

“(Brincan las gacelas, pastando en las montañas. Hay lagos cerca. Alrededor de las orillas se dibujan las sombras negras de los cedrales. Surge un aroma, una intensa cabellera de resina. Arde, al oriente, un cielo de zafiro, hendido por el vuelo broncíneo de las águilas. Debajo se extiende la ciudad mujer, desnuda, blanca, quieta, fresca, lujuriosa. Una fuente murmura entre rosas de damasco. Murmullo de rosas colosales en vides escarlatas. Un vino de vergüenza, lujuria, sangre exuda, con un murmullo extraño.)

“ZOE

“(Murmurando cantacanto con la música, sus labios de odalisca voluptuosamente

untados con ungüento de marranagrasa y aguarrosa.) Schorach ani wenowach, benoith Hierushaloim.”[19]

Zoe se burla de las frases pomposas de Bloom. “Adelante. Danos un sermón al respecto.” En un instante la escena cambia a una ceremonia pública en la que Bloom es saludado como “el reformador más grande del mundo”, y ungido rey de Irlanda. Es aplaudido por John Howard Parnell, Tom Kernan, John Wyse Nolan y muchos otros. Solo el “hombre misterioso” de Hades está en desacuerdo.

“EL HOMBRE DEL MACINTOSH

“No le crean una sola palabra. Ese hombre es Leopold M’Intosh, el famoso incendiario. Su verdadero nombre es Higgins.”

“BLOOM

“¡Fusílenlo! ¡Perro de cristiano! ¡Justamente M’Intosh!

“(Un cañonazo. El hombre del macintosh desaparece. Bloom decapita amapolas con su cetro. Se reportan muertes instantáneas de muchos enemigos poderosos, ganaderos, miembros del Parlamento, miembros de comités permanentes. Los guardaespaldas de Bloom distribuyen el dinero del Jueves Santo, medallas conmemorativas, panes y peces, insignias de la sociedad de la templanza, caros cigarros Henry Clay, huesos para sopa, preservativos en paquetes sellados atados con cintas de oro, caramelos de leche, chupetines de ananá, billets doux dobladas como sombreros de gendarme, trajes de confección, carne frita, botellas de desinfectante Jeyes’s Fluid, estampillas de compra, indulgencias de 40 días, monedas espurias, salchichas de cerdos criados en galpón, pases para el teatro, boletos de tranvía por la temporada válidos para todas las líneas, cupones de la real lotería húngara autorizada, tickets para comidas con descuento, reimpresiones baratas de Los Doce Peores Libros del Mundo: Froggy y Fritz (política), Cuidado del niño (infantil), 50 comidas por 7 chelines 6 peniques (culinario), ¿Fue Jesús un mito solar? (histórico), Termine con ese dolor (médico), Compendio del universo para niños (cósmico), Riamos todos juntos (cómico), Vademécum del publicista (periodístico), Cartas de amor de la madre superiora (erótico), Quién es quién en el espacio (astronómico), Canciones que llegan al corazón (melódico), El penique que conduce a la riqueza (parsimónico). Revuelo general y confusión. Mujeres que se empujan por tocar el ruedo de las ropas de Bloom. ….)

Pero ahora se levanta un sacerdote para denunciarlo y (como sucedió con Parnell) la muchedumbre se le pone en contra. Varios médicos son convocados para dar testimonio de las enfermedades de Bloom, y esto lo hacen extensamente en la jerga de su arte, con diferencias entre ellos a la manera de los expertos. Así, mientras el doctor Mulligan declara al acusado virgo intacta, el doctor Dixon apela a la clemencia “en nombre de la más sagrada palabra que jamás se le haya pedido pronunciar a nuestros órganos vocales. Está por dar a luz un bebé.” (Esta es la dramatización de un pasaje en Lestrigones, en donde Bloom se imagina sufriendo él mismo los dolores del parto.)

Pero los testigos médicos son incapaces de exonerarlo. “Todo el pueblo arroja piedras de utilería sobre Bloom. Muchos viajeros de buena fe y perros sin dueño se acercan y lo mancillan.” Finalmente, un oficial de la Brigada de Bomberos le prende fuego y “Un coro de seiscientas voces, conducido por Mr. Vincent O’Brien, canta el coro del Aleluya, acompañado en el órgano por Joseph Glynn. Bloom enmudece, encogido, carbonizado”.

“ZOE

“Sigue hablando hasta que te quede negra la cara.”

Por un momento los fantasmas se esfuman. La prostituta invita a Bloom a que entre para ver la pianola nueva. “Con garras pequeñas le captura la mano, dándole su dedo índice a la palma de él la consigna convenida del enviado secreto, atrayéndolo a la perdición.” (Hay una cantidad de ese tipo de alusiones “masónicas” en este episodio; lo comentaré más tarde.) Bloom es atraído por su “tufo leonino” y tiene una visión de los machos brutos, las víctimas de Circe, que la  han poseído, “rugiendo débilmente, balanceando las cabezas narcotizadas”.

Bloom entra al burdel siguiendo a Zoe. Un momento después Stephen se da vuelta y lo ve, murmurando “Tiempo, tiempos y medio tiempo”.

“A lo largo de una invisible cuerda floja infinita tendida de cenit a nadir el Fin de Mundo […] describe remolinos en la oscuridad” y “la voz de Elías, áspera como el graznido de un cuervo, desafina en lo alto” –una reminiscencia del folleto descartable de Dowie, que le entregaron a Bloom esa mañana[20]. Elías invita a la compañía a sumarse a “un  alegre paseíto al paraíso”. “Lo más excitante que haya existido jamás. Una torta toda rellena de dulce. Es lo más sólido y lo más bonito de toda la línea. Es inmenso, super suntuoso. Restaura. Vibra.”

Pasa un cortège de fantasmas: los estudiantes de medicina, los que debaten en la biblioteca, Mananaan. De repente Lipoti Virag (el abuelo de Bloom) cae por la chimenea. “Está enfundado en varias capas de sobretodos y usa un macintosh marrón debajo del cual guarda un rollo de pergamino … En su cabeza se erige el pshent egipcio. Dos plumas se proyectan sobre sus orejas.” Virag es uno de los más extraños de los espectrales moradores del palacio de Circe[21]. Ejecuta una serie de poses epilépticas, algunas de las cuales parecen reproducciones exactas de las grotescas gárgolas alrededor de Notre Dame en París. Su discurso reluce con agudas interjecciones y tiene el truco de terminar sus declamaciones con una palabra de sonido extraño. “Hipogrifo. ¿Estoy en lo cierto?”  “¡Paralaje! (Con un tic nervioso de la cabeza.) ¿Has escuchado el chasquido de mi cerebro? ¡Polisilabaje!” En una jerga de insana exactitud clasifica los encantos de las tres prostitutas. Admira el ítem número tres, tan “obviamente mamífero”. “Tales partes carnosas son el fruto de una nutrición cuidadosa. Al embucharlas, sus hígados adquieren dimensiones elefantinas. Migas de pan fresco con fenogreco y goma benjuí, ingurgitadas con acompañamiento de té verde, las dotan durante su breve existencia de naturales alfileteros de una colosal adiposidad. ¿Eso concuerda con tu teoría, eh? Las marmitas de Egipto que hacen agua la boca. Revuélcate en el fango. Licopodio. (Su garganta se contrae.) ¡Pimpum! Ahí va otra vez.”

Una polilla revoloteando alrededor de la lámpara de gas, chocando contra la pantalla, recuerda algún miedo pánico en el cerebro metálico de Virag.

Dans une morte d’insecte on voit tous les désastres. …”

“VIRAG

“(Cabeza inclinada, arquea la espalda y alahombros gibosos, observa la polilla con nubosos ojos saltones, extiende una garra curva y grita.) ¿Quién es Ger Ger? ¿Quién es el querido Gerald? Oh, tengo temor de que se queme malamente. ¿Podría por vafor alguna perfona no ahora impedimentar tan catastrófica mit agitación de meservilleta de primera clase? (Maúlla.) ¡Minena minino minino minino! (Suspira, retrocede y mira para abajo hacia un costado con la mandíbula caída.) Bueno, bueno. Descansa en breve.

“LA POLILLA

Soy apenas una cosa

que vuela, choca y se posa

ronda ronda ronda rosa.

Fui rey de las mariposas,

pero ahora hago estas cosas

¡revoltosas, revoltosas!

¡Cosas!

“(Se precipita nuevamente sobre la pantalla malva, aleteando ruidosamente.)

Quebonitos quebonitos quebonitos quebonitos quebonitos quebonitos camisones.”

Alusiones fugaces evocan a Ben Jumbo Dollard, haciendo sonar las castañuelas de sus huesos (como en Sirenas[22]), a Henry Flower (el doble de Bloom), a las Enfermeras, a las hijas del Sol. Florry le dice a Stephen que debe ser un “cura corrupto” y “Su Eminencia el cardenal Dedalus primado de Toda Irlanda” aparece en el portal, imparte el beso Pascual y sale doblarrastrando las pantuflas.

“Se abre la puerta. Entra Bella Cohen, meretriz enorme. …. En su mano izquierda una alianza y un anillo de seguridad. Ojos pintarrajeados. Bigote incipiente. Cara maciza, oliva, ligeramente transpirada, nariz grande con los orificios anaranjados. Largos aretes de berilo cuelgan de sus orejas.”

En el siguiente pasaje entre Bloom y Bella se produce la metamorfosis de Bloom en una animalidad absoluta, tocado por el abanico (la varita mágica) de Bella. Con cada cambio de escena nos sumergimos más hondo en la miasma de los pantanos feronianos. Bloom es torturado, se convierte en una mujer liviana[23] y es vendida en un remate. Bella se transforma en un macho bruto que monta sobre Bloom. “¡Arre! Caballito de madera, a Banbury Cross. Lo montaré para correr el premio Eclipse.” Ante una orden de Bello, “¡A gatear, échese!”, Bloom se hunde a su brutal yo femenino. “Con un penetrante chillido epiléptico ella se encoge en cuatro patas, gruñendo, olfateando, hozando a los pies de él, luego se echa, haciéndose la muerta con los ojos bien cerrados, los párpados temblando, prosternada en actitud de sumisión a su excelentísimo dueño.” Bello la “entrena” y se convierte en una hurí, una víctima de un sádico de algún thriller erótico.

Los Pecados del Pasado se alzan para revelar las infamias más secretas de Bloom y Bello se deleita con la vergüenza de su víctima: “¡Ama! ¡Matrona! ¡Amansamachos!” y, al alzar los brazos, sus brazalete caen. Por fin se desmorona y agarrándose la cabeza grita “¡He pecado! He suf…” Bello se burla: “¡Llorón! ¡Lágrimas de cocodrilo!” Muere y las figuras de los circuncisos envueltas en negros chales lo rodean lamentándose en un neuma: Shemá Israel Adonai Elohenu Adonai Echad.

“(Desde la pira del satí la llama resinosa del alcanforero asciende. El humo del incienso se eleva y se dispersa. Salida de su marco de roble una ninfa con el pelo suelto, ligeramente vestida de colores artísticos de la gama del té, desciende de la gruta y pasando bajo los tejos entrelazados se para encima de Bloom.)”

“LOS TEJOS

“(Sus ramas murmurando.) Hermana. Nuestra hermana. Ssh.”

La lámina de una Ninfa en Photo Bits, esa “espléndida obra maestra en reproducción a color, colgada sobre la cama de Mr. y Mrs. Bloom, ha cobrado vida. Los tejos son una transmutación del empapelado del burdel, “de frondas y claros”, el bosque de Circe. La acción cambia ahora a un escenario pastoral. Los Días de Alción (una reminiscencia de Nausica) le gritan a Bloom, ahora de escolar, “Vuelve a vivirnos”. Bloom aclama débilmente: “¡Oh, Colegio, hasta pronto!” y el Eco responde “¡Tonto!” La Ninfa y los tejos conversan sobre las infamias infantiles de Bloom. Una cabra pasa en las alturas de Ben Howth a través de los rododendros donde Mr. Bloom en sus días de cortejo tendido “Embelesado … los labios llenos, la boca bien abierta, la había besado en la boca”.[24]

La ninfa le reprocha fríamente las vistas que se vio forzada a soportar como diosa gobernante en su dormitorio. “Somos frías como la piedra y puras. Comemos luz eléctrica.” (En un episodio anterior[25] Bloom describió a la ninfa haciendo “Pigmalión y Galatea” y se preguntaba si le gustaría un almuerzo barato después de “beber sin medida néctar de los dioses en fuentes de oro, todo ambrosía. … Néctar, imagínate bebiendo electricidad.”) Pero Mr. Bloom toma a mal esta ducha fría en su fervor visionario, “Si existiera solamente lo etéreo” le reprocha: “¿dónde estarían ustedes, postulantes y novicias? Tímidas pero deseosas. …

“LOS TEJOS (El argenfolio de hojas precipitando, los descarnados brazos envejeciendo y cimbreando.) ¡Caducamente!”

(Aquí el “argenfolio” es el envoltorio de un chocolate que Bloom le ha dado a Zoe y que ella “mordisquea”.)

Por fin la ninfa, asaltada por Bloom, levanta vuelo, seguida por sus reproches. “Como si ustedes no obtuviesen el doble. … ¡Eh! Tengo detrás de mí dieciséis años de trabajo de esclavo negro. ¿Y algún jurado me asignaría una pensión de seis chelines el día de mañana, eh? Engaña a otro, no a mí.” La alucinación pasa. Bella Cohen se para delante de él exigiendo su paga.

Zoe empieza a leer la mano de Stephen.

“ZOE

 “(Ella le toma la mano.) Belleza de ojos azules, voy a leerte la mano. (Le señala la frente con un dedo.) Sin arrugas, poco seso. (Cuenta.) Dos, tres, Marte, eso es coraje. (Stephen sacude la cabeza.) En serio.

“LYNCH

“Refucilo de coraje. El joven que ni se estremece ni tiembla. (A Zoe.) ¿Quién te enseñó quiromancia?

“ZOE

“(Se vuelve.) Pregúntales a los cojones que no tengo. (A Stephen.) Lo veo en tu cara. El ojo, así. (Frunce el ceño agachando la cabeza.)

“LYNCH

“(Riendo, le da a Kitty dos palmadas en las nalgas.) Así. Azotes. (Dos veces suena con fuerza el chasquido de un azote, la tapa de la pianola se abre de repente, la pequeña cabeza calva y redonda del padre Dolan surge impulsada por un resorte.)

“PADRE DOLAN

“¿Algún muchacho quiere una paliza? ¿Rompió sus lentes? Pequeño haragán embustero. Lo veo en tus ojos. (Indulgente, benigna, rectoral, reprobadora, la cabeza de Don John Conmee sale del cajón de la pianola.)

“DON JOHN CONMEE

“¡Un momento, padre Dolan! Un momento. Estoy seguro de que Stephen es un niño bueno.”

Estas apariciones de los tiempos de escolar de Stephen –un incidente descripto en el Retrato. Como a Stephen se le rompieron los lentes no pudo hacer las tareas. El padre Dolan, el prefecto de estudios, hace su ronda inspeccionando a los “indolentes pichones de embusteros”, como les llama a los chicos. “Lo veo en tu cara” es su frase preferida. Nota que Stephen no está trabajando –“Indolente pichón de embustero. Reconozco al embustero por la cara”– y, pese a la explicación aterrorizada de Stephen, le ordena extender la mano, le toca los dedos un momento para fijarla (este toque de los dedos suaves y firmes del prefecto deja una vívida impresión en la mente del niño) y le pega en la palma. Stephen se queja de la injusticia con el rector, el padre Conmee y se consuela con la comprensión del rector. Aquí el toque de los dedos de Zoe y su posterior “lo veo en tu cara” ha sido suficiente para materializar todo el incidente ante los ojos de Stephen.

Dos de las muchachas empiezan a cuchichear y a reírse tontamente. Bloom tiene una visión de la entrevista entre Marion y Blazes Boylan; se ve a él mismo, un lacayo con peluquín empolvado, asistiendo a sus jugueteos amorosos, oye sus  bestiales suspiros de éxtasis y aplaude masoquistamente al conquistador. Bella y sus tres desgracias empiezan a reírse.

“LYNCH

“(Señala.) El espejo puesto frente a la naturaleza. (Se ríe.) Ju ju ju ju ju. (Stephen y Bloom miran el espejo. La cara de William Shakespeare, sin barba, aparece allí, rígida de apoplejía, coronada por el reflejo del sombrerero de ciervo guampudo en el vestíbulo.)

“SHAKESPEARE

“(En noble ventriloquía.) Es la risotada lo que delata una mente vacía. (A Bloom.) Piensas como si fueras invisible. Mira. (Cloquea con la risa de un capón negro.) ¡Yagogo! ¡Como mi Olfelou estranguló a su Desdémona! ¡Yagogogo!”

El “espejo puesto frente a la naturaleza” de Lynch ha evocado esta grotesca alucinación, la cara paralizada y sin barba de Shakespeare, y el discurso tartamudo (movimiento dificultoso). Es significativo, en vista de la “confusión de personas” insinuada en el episodio de Escila y Caribdis, que Stephen y Bloom, mirando juntos al espejo, vean allí la cara de Shakespeare.

Stephen entretiene a la compañía con una imitación de un guía francés alardeando en un inglés precario las atracciones de Paris la nuit: “qué tan listas que son en cosas amor y sensaciones voluptuosas”. Recuerda su sueño –sobre el melón, la calle de las putas (“¡Era acá!”) y la alfombra roja extendida (un sueño-recuerdo, tal vez, de la alfombra roja extendida de la reina de Saba, en la Tentación)– seguido por el sueño de volar. “No, volé. Dejando abajo a mis enemigos. Ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. (Grita.) Pater! ¡Libre!” Acá el ¡Pater! Es un recuerdo del episodio Escila y Caribdis (como también por supuesto del cuento del vuelo de Dédalo en la Metamorfosis: “Artífice fabuloso, el hombre halcón. Has volado. … Chorlito. Ícaro. Pater, ait.” Stephen dramatiza aquí el vuelo de Ícaro y (esto, quizás, es medio extraño viniendo de Stephen) ve a su padre en el rol del artífice Dédalo.

“STEPHEN

“Quebrar mi espíritu, ¿es lo que él quiere? O merde alors! (Grita, sus garras de buitre  afiladas.) ¡Hola! Hillyo!

“(La voz de Simon Dedalus hilloa en respuesta, algo adormilada pero alerta.)

“SIMON

“Está bien. (Se precipita por el aire de manera titubeante, girando, dando gritos de alerta, con potentes alas de chimango.) ¡Eh, muchacho! ¿Vas a ganar? ¡Hoooopa! ¡Pschatt! Firme con esas mestizas. Yo no me confiaría demasiado. ¡Arriba la cabeza! ¡Mantén nuestra bandera flameando! Águila roja volante en argento campo desplegada. ¡Rey del Ulster en armas! ¡Haihoop! (Imita la voz del perdiguero, sacando la lengua.) ¡Boulboul! ¡Bourblblbourblbl! ¡Hai, muchacho![26]

“(Las frondas y los claros del empapelado huyen rápidamente a campo traviesa.)”

Ahora la escena cambia a una carrera de caballos (una dramatización del sueño despierto de Stephen mientras observaba las pinturas de los caballos de carrera en el estudio de Mr. Deasy) y “un oscuro caballo sin monta se desboca como un fantasma cruzando el disco, sus crines lunespumosas, estrellas los globos de sus ojos.”  (Esto es un eco del episodio Proteo, una alusión al houyhnhnm Swift, quien huyó a los bosques de la locura, “su melena espumeando en la luna, estrellas sus pupilas”.)

La pianola del burdel, con luces cambiantes, empieza a tocar la canción Mi chica es una chica de Yorkshire (ya hemos escuchado esta canción trompeteada y tamborileada por una banda de Highlanders al final de Las Rocas Errantes). El profesor de danzas Maginni aparece súbitamente entre cortinas; con un hábil puntapié manda su galera girando hasta su coronilla y “garboengalerado entra patinando” para actuar como el Maître de Cérémonies. Las luces cambian, destellan, palidecen: doradas, rosadas, violetas.

“LA PIANOLA

“Dos jóvenes amigos estaban hablando sobre sus chicas, chicas, chicas, queridas que habían dejado atrás…

“(Desde un rincón las horas de la mañana salen corriendo, pelodoradas, esbeltas, en azul aniñado, talleavispas, con manos inocentes. Bailan con agilidad saltando la soga. Las horas del mediodía las siguen en un ámbar dorado. Ríen entrelazadas, sus altos peinetones centelleando, atrapan el sol en espejos burlones, alzando los brazos.)

“MAGINNI

“(Clipiclapa guantesilentes manos.) Carré! Avant deux! ¡Respirad normalmente! Balance!

“(Las horas de la mañana y del mediodía bailan en sus sitios, girando, avanzando unas hacia otras, destacando sus siluetas, reverenciando a sus vis-à-vis. Unos caballeros detrás  de ellas arquean y suspenden los brazos, con manos que descienden hacia, tocando, levantándose desde sus hombros.)

“LAS HORAS

“Puedes tocar mis…

“CABALLEROS

“¿Puedo tocar tus?

“LAS HORAS

“¡Oh, pero suavemente!

“CABALLEROS

“¡Oh, muy suavemente!”

Esta danza de las horas es un recuerdo del cierre del episodio Calipso. “La mañana siguiente al baile de beneficencia cuando la banda de May tocó la danza de las horas de Ponchielli. Explica eso, las horas de la mañana, el mediodía, luego sigue el ocaso, luego las horas nocturnas. … Las horas del anochecer, niñas de gasa gris. Las horas nocturnas luego negras con dagas y antifaces. Idea poética rosa, después dorado, después gris, después negro.”

“(Las horas de la noche se escabullen hasta el último lugar. Las horas de la mañana, del mediodía y del crepúsculo se retiran antes que ellas. Están enmascaradas, con los cabellos empuñalados y brazaletes de campanas mortecinas. Extenuadas, se reverenverencian bajo velos.)

“LOS BRAZALETES

“¡Dindón! ¡dindón!

“(Arabesqueando cansinamente dibujan una figura en el piso, tejiendo, destejiendo, reverenciando, girando, simplemente dando vueltas.)”

Todo este pasaje está hecho de recuerdos de páginas anteriores. El patrón en el piso, tejido y destejido (como el velo de Penélope) por los pies de las Horas[27], es una sublimación del hule de los mosaicos romboides jade, azur y cinabrio del piso del burdel. “Sobre el mismo se vislumbran huellas de pisadas en todos los sentidos, talón a talón, talón con arco, dedo a dedo, pies trabados, una morrice de pies arrastrados, fantasmas sin cuerpo; todo en un confuso vivalapepayjarajajá” (esta última palabra es un apropiado epíteto circeano). Las Horas (personajes tan importantes en Ulises como en la obra de Proust) están asociadas con las bailarinas de morrice (morisca) con sus “bonetes de índices”, numerados como las horas. Las sordas campanas de los brazaletes son un eco del “oscuro hierro” de las campanas de la iglesia de Saint George’s, oídas por Mr. Bloom mientras dramatizaba en su imaginación la danza de Ponchielli. “Simplemente remolineando” es un recuerdo del canto de las “chicas de la playa” y la visión de la reina de las Pléyades (en Los Bueyes del Sol), “tocada con un velo de cómo se llama ¡telaraña! … a merced de las corrientes del gélido viento interestelar, arremolinándose, retorciéndose, simplemente girando”.

La música aumenta crescendo. Kitty grita “¡Oh, tocaban eso en la calesita de la kermés

Mirus!”, y, corriendo hacia Stephen, baila con él. “El estridente silbido áspero y punzante de un avetoro rechina. La gimoquejagorjeante y aparatosa calesita de Toft hace girar lentamente el salón en torno de la calesita del salón.” La orgía se vuelve más desenfrenada; ahora todas las putas están bailando, y Bloom con ellas. La compañera de Bloom es Bella (un avatar, quizás, de la “Vieja Bruja”, la compañera de Mefistófeles en el baile de Walpurgis.)

“(Todos giran, avanzan, valsan, remolinean. Bloombella, Kittylynch, Florryzoe, mujeres azufaifa[28]. Stephen con sombrero bastón despatarrana al centro altopatea con patalcielos boca cerrada mano apretando parte bajo nalga, con clangor retintín boomartillo alazorra soplacuerno destellos azules verdes amarillos el mastodonte de Toft gira con jinetes de caballos de madera colgados de doradas serpientes, fandango de tripas danzarinas pie rechaza suelo y vuelta a caer.)

“LA PIANOLA

Aunque trabaje en una usina

Y no use ropa fina.

(Apretasidos presto prestísimo con un correteo brillofogosonoro se lanzamontropellan a la desbandada. ¡Baraabum!) …

“STEPHEN

“Danza macabra.

“(Bang nuevo barang bang de campanilla del lacayo, caballo, rocín, buey, lechoncitos. Conmee en Cristasno marino tullido pierna y muleta en chalupa brazocruzado sogatirando tironeando estampan una hornpipe126 cien por ciento. ¡Baraabum! Sobre rocines, chanchos, yeguamadrinas, piara gadarena, Corny en ataúd. Tiburón acero piedra monomanija Nelson, dos astutas Frauenzimmer manchaciruelas de cochecito cayendo, berreando. Pordiós, es un campeón. Mirada fusazul desde barril rev. angelus Love en coche de alquiler paseo Blazes cortina sardinoblados ciclistas Dilly con merengue no tenga ropas finas. Entonces en última revoltereta patatrás de arriba abajo mamporro tinamosto especie de virrey y reina afición tinapatrás por mi rosa rataplán de choqueshire. ¡Baraabum!)

“(Las parejas se separan. Stephen gira vertiginosamente. La pieza gira en sentido contrario. Con los ojos cerrados, se tambalea. Rieles rojos vuelan hacia el espacio. Estrellas todo alrededor soles giran carrusel. Moscas brillantes bailan en la pared. Se detiene en seco.)”

Los materiales usados en este crescendo con casi todos temas que han sido formulados previamente. A través de ellos “tamborilea a los golpes” el tripudio percusivo de la “Chica de Yorkshire”: “Cien por ciento de Yorkshire”, “Pordiós, es un campeón”, “y no use ropa fina”, “Siento una suerte de atracción de Yorkshire por mi pequeña rosa de Yorkshire. ¡Baraabum!”

La campana del lacayo es la campana de mano en la casa de remates de Dillon, oída por Dilly Dedalus a las 3 de la tarde,[29] el marinero de una sola pierna recibió una limosna de parte de Mrs. Bloom alrededor de la misma hora,[30] “Corny en ataúd” es otro eco de Las Rocas Errantes.[31] El “tiburón acero” es un buque de guerra, una alusión al episodio Nausica. “Monomanija Nelson” y la Frauenzimmer con manchas de ciruela figuran en la Parábola de las ciruelas[32] de Stephen. “Fusazul” es una referencia a la “mecha azul” del fósforo[33] de Kevin Egan, “mirada fusazul desde barril” (probablemente) a la Cervecería de Guinness[34], el reverendo Love es el anticuario enamorado de los Geraldines;[35] los “bacalaoblados ciclistas” vienen de un poster de una carrera de ciclismo visto por Mr. Bloom, “ciclista doblado como un bacalao en la olla”;[36] “cachivache” es un recuerdo de “al verla pienso en mi viejo cachivache, la única que me espera allá en Limehouse”.[37] Este confundir los recuerdos y las experiencias de Stephen y de Bloom (personales o asimiladas, mediante una especie de clarividencia, cada una de cada uno) en un vórtice de movimiento en la calesita de Toft tiene una curiosa analogía con la Canción de los poetas y los mimos (en la primera versión de la Tentación).

Nous chantons, nous crions, nous rions, nous pleurons, nous bondissons sur la corde avec de grands balanciers, et nous battons du tambour, nous faisons ronfler nos phrases et traîner nos manteaux. L’orchestre bruit, la baraque en tremble, des miasmes passent, des couleurs tournent, l’idée se bombe, la foule se presse, et, palpitants, l’œil au but, absorbés dans notre ouvrage, nous accomplissons la singulière fantaisie qui fera rire de pitié ou crier de terreur ... Tournons, tournons sur nos chevaux de manège, qui glopent sans bride et ruent du sable à la face du peuple applaudissant[38]   

De repente, el movimiento cesa; en la sala hay un silencio mortal.

“(La madre de Stephen, demacrada, surge espantosa desde el suelo en gris lepra con una guirnalda de flores de azahar marchitas y un velo de novia rasgado, la cara roída y sin nariz, verdemoho de sepultura. Sus cabellos son escasos y lacios. Fija en Stephen sus vacíos cuencojos rondazules y abre la boca desdentada emitiendo una palabra  silenciosa. Un coro de vírgenes y confesores canta mudamente.)

“EL CORO

Liliata rutilantium te confessorum…

Iubilantium te virginum…

“(Desde lo alto de una torre, Buck Mulligan, en multicolor atuendo de payaso, mitad color pulga, mitad amarillo y gorro de bufón con cascabeles, la contempla de pie, con la mitad de un humeante escón enmantecado en la mano.)

“BUCK MULLIGAN

“Bestialmente muerta. ¡Qué pena! Mulligan encuentra a la madre afligida. (Alza los ojos al cielo.) Mercurial Malachi.

“LA MADRE

“(Con la sutil sonrisa loca de la muerte.) Alguna vez fui la hermosa May Goulding. Estoy muerta.

“STEPHEN

“(Espantado.) Lémur, ¿quién eres? ¿Qué endemoniada broma es esta?

“BUCK MULLIGAN

“(Sacude el gorro de cascabeles.) ¡Ironía de las cosas! Kinch mató la carne de perro de su cuerpo de perra. Ella pateó el balde. (Lágrimas de manteca derretida caen desde sus ojos sobre el escón.) ¡Nuestra gran dulce madre! Epi oinopa ponton.

“LA MADRE

“(Se acerca, respirando suavemente sobre él su aliento de cenizas húmedas.) Todos deben pasar por ello, Stephen. Más mujeres que hombres en el mundo. Tú también. El momento llegará.

“STEPHEN

“(Sofocado por el terror, el remordimiento y el espanto.) Dicen que yo te maté, madre. Él ofendió tu memoria. Fue el cáncer, no yo. El destino.”

Este pasaje deriva del comentario de Mulligan de que la madre de Stephen “está bestialmente muerta”, y su alusión a Stephen como un “pobre cuerpo de perro” (la inversión de la divina sustancia[39]). “Más mujeres que hombres en el mundo” recuerda el soliloquio de Mr. Bloom en el funeral de Dignam;[40] “Dicen los hombres sabios. Hay más mujeres que hombres en el mundo”, fragmento de una canción cómica que continúa:

Por lo cual algunas chicas

solteras son de por vida,

cada hombre seis mujeres;

díganme, niñas, si pueden,

¿qué le impide a un pobre hombre

conseguirse seis mujeres?

Esta pronunciación por el fantasma de la madre de Stephen de palabras que estaban en la mente de Mr. Bloom más temprano (siguen otras instancias de recuerdos semejantes) sugiere una momentánea fusión completa de sus personalidades, de “huérfano de padre” y padre sin hijo.

De nuevo, la madre le dice a Stephen, “Rezo por ti en mi otro mundo.”. Esa frase de “mi otro mundo” es una de la que ha estado acechando los soliloquios de Mr. Bloom a lo largo del día. Es un fragmento de la carta de Martha: me parece sinmundo decir esa otra palabra (el error de tipeo de “sinmundo” por inmundo). La trivialidad deliberada de estas citas es típica del manejo que hace Joyce de los momentos trágicos.

Stephen empalidece y Bloom abre un poco más la ventana.

“LA MADRE

“(Con ojos apagados.) ¡Arrepiéntete! ¡Oh, el fuego del infierno!

“STEPHEN

“(Jadeando.) ¡Comecadáveres! ¡Cabeza cruda y huesos sangrantes!

“LA MADRE

“(Su cabeza se acerca más y más, exhalando un aire ceniciento.) ¡Ten cuidado! (Alza su ennegrecido, marchito brazo derecho lentamente hacia el pecho de Stephen con los dedos extendidos.) ¡Ten cuidado! ¡La mano de Dios! (Un cangrejo verde con malignos ojos color carmín hunde profundamente sus sarcásticas pinzas en el corazón de Stephen.) …

“STEPHEN

Nothung!

“(Alza bien alto el bastón con ambas manos y destroza el candelabro. La lívida llama final del tiempo salta y, en la subsiguiente oscuridad, ruina de todo espacio, vidrios destrozados y mampostería que cae.)

“EL PICO DE GAS

“¡Pufungg!”

La exclamación de Stephen “¡Cabeza cruda y huesos sangrantes!” es un eco del disgusto de Bloom ante la visión de la carnicería del lestrigón,[41] Los bofes bamboleándose en los tachos del carnicero. Deme ese pechito del gancho. Flop. Cabeza pelada y huesos sanguinolentos.” Aquí, como en otras partes, Stephen ve en la Deidad a un Señor de la Muerte, dio bòia, dios verdugo, un gul, un carnicero.

“Stephen, abandonando el bastón, la cabeza y los brazos rígidos echados para atrás, golpea el piso y huye del salón.” Bloom levanta el bastón hacia la lámpara para mostrarle a Bella que solo se había roto el papel de la pantalla. Bella (como Circe, cuando Odiseo levantó su espada y ella “lanzó agudos gritos y se echó al suelo”) retrocede chillando “¡No haga eso!” Arregla por un chelín y sale corriendo detrás de Stephen, a quien encuentra tratando de entablar una discusión filosófica con dos soldados borrachos. Stephen todavía está alucinado por los vapores de la ebriedad. “Mi centro de gravedad se ha desplazado. Olvidé el truco. … (Se golpea la frente.) Pero es aquí dentro donde debo matar al sacerdote y al rey.” Los soldados creen que, después de insultar a su muchacha, ahora está insultando a su rey; y lo desafían diciéndole “Repita lo que dijo”. En el conflicto fantasma intervienen partisanos grotescos, Dolly Gray para alentar a los soldados, la Vieja Abuela Desdentada (la vieja lechera del primer episodio, “la pobre vieja Irlanda”, la “hija del rey de España”), sentada “sobre un hongo venenoso”, incitando a Stephen: “Despáchalo, acushla”. [42] Un compuesto “ganso silvestre” irlandés, uno de esos irlandeses expatriados que se hicieron un nombre al servicio de estados extranjeros,[43] Don Emile Patrizio Franz Rupert Pope Hennessy, hablando en una mezcla de varias lenguas, insta a Stephen a que derribe a esos cerdos de “johnyblondos”.

“¡Werf esos eykes footboden, grande gran porcos de johnyblondos todos cubiertos de gravy!”

Los soldados no son menos truculentos; en realidad un lenguaje como el que usan en este pasaje probablemente no se haya empleado nunca. Hay un grito de “¡Policía!” y unas voces distantes exclaman: “¡Arde Dublín! ¡Arde Dublín! ¡Se quema, se quema!” En medio de un Götterdämmerung de fuegos de azufre y detonaciones de armas, los muertos se levantan, se abre un abismo, llueven dientes de dragones, héroes armados surgen de cuevas y el conjunto de los clanes irlandeses se baten a duelo.

Se celebra una Misa Negra, una parodia blasfema del Sacramento, donde las voces de Adonai y los Condenados, revirtiendo las palabras sagradas,[44] exclaman, en antífona con los Elegidos, ¡Sooooooooooid! y ¡Enier Etnetopinmo Soid Roñes le euq, Ayulela![45]

La alucinación pasa. Pese a los esfuerzos de Bloom por una reconciliación, el soldado Carr le da una trompada a Stephen que termina en el suelo. Corny Kelleher aparece de la oscuridad justo a tiempo (otro ejemplo de la flor blanca de la suerte que surge de una raíz oscura) para calmar al celoso guardián nocturno. Bloom queda solo cuidando el cuerpo postrado de Stephen, quien, recuperándose gradualmente, murmura fragmentos de La condesa Cathleen.

“STEPHEN

“(Frunce el ceño.) ¿Quién? La pantera negra vampiro. (Suspira y se endereza, luego murmura pesadamente con vocales prolongadas.)

¿Quién… conduce… a Fergus ahora.

Y perfora… de los bosques la sombra entretejida…?

“(Se vuelve sobre el costado izquierdo, suspirando, doblándose en posición fetal.)

“BLOOM

“La poesía. Bien educado. Una lástima. (Se inclina otra vez y desabrocha los botones del chaleco de Stephen.) Para que respire un poco. (Cepilla las virutas de aserrín de la ropa de Stephen con mano y dedos ligeros.) Una libra con siete. En todo caso, no está lastimado. (Escucha.) ¿Qué?

“STEPHEN

“(Murmura.) …sombras… los bosques.

       …pecho blanco… oscuro…

“(Estira los brazos, suspira nuevamente y encoge el cuerpo. Bloom, sosteniendo el sombrero y el bastón, continúa de pie, erguido. Un perro ladra a lo lejos. Bloom aprieta y afloja el mango del bastón. Baja la mirada hacia la cara y la silueta de Stephen.)

“BLOOM

(Comulga con la noche.) El rostro me recuerda a su pobre madre. En el bosque sombrío. El hondo pecho blanco. Ferguson, creo que entendí. Una muchacha. Alguna muchacha. Lo mejor que podría pasarle… (Murmura.) … juro que siempre reconoceré, por siempre guardaré, nunca revelaré, ninguna parte o partes, arte o artes… (Murmura.) … en las ásperas arenas del mar… a corta distancia de la costa… donde la marea retrocede… y sube…

“(Silencioso, pensativo, alerta, se mantiene en guardia, los dedos en los labios en actitud de maestro secreto. Contra la oscura pared aparece lentamente una figura, un niño duende de once años, un sustituto, secuestrado, vestido con traje de Eton, con zapatos de cristal y un pequeño casco de bronce, sosteniendo un libro en la mano. Lee de derecha a izquierda con voz inaudible, sonriendo, besando la página.)

(Maravillado, lo llama con voz inaudible.) ¡Rudy!

“RUDY

“(Mira sin ver los ojos de Bloom y sigue leyendo, besando, sonriendo. Tiene unas facciones delicadas color malva. En el traje tiene botones de diamante y rubí. En la mano izquierda libre sostiene una delgada caña de marfil con un nudo de cinta violeta. El hocico de un corderito blanco asoma del bolsillo del chaleco.)”

En otros episodios hubo indicios de que Mr. Bloom es masón, y en este episodio, el episodio “mágico” de Ulises se emplean varios términos y fórmulas rituales masónicas.[46] Aquí Mr. Bloom, oyendo los susurros truncos de Stephen (los que de cualquier manera malinterpreta), susurra para sí fragmentos del juramento masónico de confidencialidad.

En la visión de Rudy, el hijo muerto de Mr. Bloom, un cierre tranquilo tras la bestialidad, el pandemonio, el cataclismo de la pantomima Circe, tenemos un momento de ternura casi dickensiana. Mirando a Stephen, Bloom recuerda a Rudy en su diminuto ataúd de pino blanco, con la tapa vidriada, con herrajes de bronce, “una cara de enano, malva y arrugada”,[47]  envuelto en un fino coselete de lana de cordero, el último regalo de su madre para que no sintiera frío en la tumba.[48] Desde las brumas de la memoria invoca a un duendecillo de once años (la edad que tendría Rudy, de haber vivido) con las capturas de la muerte transmutadas en una chispeante panoplia de país de hadas, un niño sustituto, “mejor por lejos” que cualquier criatura terrenal, como los héroes aqueos, liberados de la ruda magia de una pocilga circeana.

El motín ha terminado.

Esta calma que sigue a un huracán de pasiones es distinta a la paz druida de Cimbelino  que concluía el remolino de ideas en el episodio “shakespeariano”; es más bien la serenidad física de un marinero exhausto del oleaje que, saliendo de una tormenta loco de magia, ha llegado por fin al puerto donde debía estar.

                                                        “Estos actores,

como ya os había prevenido, eran todos espíritus, y

se han disuelto en aire, en impalpable aire;

y, como la infundada sustancia de este ensueño,

las torres de nubes coronadas, los palacios suntuosos

los templos solemnes, incluso el propio globo,

sí, y todo lo que hereda, habrán de disolverse,

y, como esta pompa insustancial ya se ha esfumado,

ni una ruina de su paso dejarán.”[49]


[1] Lynch es uno de los amigos más viejos de Stephen. Es a él que Stephen se dirige en ese notable diálogo sobre estética (registrado en el Retrato) del que tan a menudo he tenido ocasión de citar.

[2] La expresión gansos silvestres es apropiada aquí no solo porque es una metáfora “animal” y por lo tanto apta para el episodio Circe, sino además porque Stephen es un “ganso silvestre”, como los irlandeses usan la expresión –un irlandés que no se quedará en su patria sino que emigrará a países extranjeros, por ejemplo , “Trieste-Zúrich-París”.

[3] Criatura femenina, flor, mineral virgen (NdT: “kitty” es “lata” “estaño”. Y por analogía, pote para las limosnas).

[4] Salios ancilia ferre ac per urbem ire canentes carminacum tripudiis sollenique saltau jussit (Liv. I,20). (NdT: como Gilbert no traduce, Google translator dice: “Ordenó a los jóvenes que llevaran a sus doncellas y recorrieran la ciudad cantando canciones y bailando.”) Esta idea de una danza ritual, por razones que daremos después, es adecuada para el episodio Circe. Stephen, gritando “¡Rápido! ¡Rápido! ¿Dónde está mi caña de augur?”, corre hacia el piano y toma su bastón, “sacudiendo los pies en tripudium”. Esta alusión tiene su antecedente preparatorio en el episodio Proteo. NdT: (Ulises, página 60) “Ahí se sienta ese yo augur con su caña de fresno y sandalias prestadas…”

[5] Fage. Sermons, Tomo II, pp. 305, 198 (Esta, como podrá verse, no es una obra racionalista sino religiosa.)

[6] Así Mr. Bloom sospecha que Stephen ha sido “dopado”.

[7] M. Bérard ve en “moly” la atriplex halimus, un arbusto de flores amarillas que se encuentra en esa región. Otra visión es que se refiere al ajo. Sospecho que se refiere al opio, por paradójico que pueda parecer. La amapola del opio tiene una flor blanca y se cultiva tanto en Asia Menor como en Lejano Oriente. En su forma comercial seca se ve como una raíz, y los griegos bien pudieron haber creído que era eso. Los fenicios cultivadores de opio naturalmente no los desengañarían; si un griego, habiendo tratado en vano de extraer opio de la raíz, le pidiera consejo a un oriental, este último sin duda le respondería: “Para los mortales es difícil de arrancar. Solo nosotros conocemos el secreto.” El opio es conocido por los viajeros como un valioso preventivo contra las fiebres mortíferas de las siempre verdes montañas birmanas.

[8] NdT: según Gifford (nota 15.1983) en Hog’s Norton o Hock-Norton había un organista llamado Piggs. La anécdota y el dicho son del siglo XVI.

[9] Por ejemplo, en las primeras escenas de ambos hay un resplandor de fuegos distantes y señales de fuegos fatuos. (La fiesta de santa Walburga cae el primero de mayo, la víspera de Beltane, noche de fuego.) Una Hechicera-Buhonera le ofrece a Fausto sus curiosas mercaderías –una daga manchada en fratricidio, la copa de un envenenador, etc. Aquí Rumbold, Demonio Barbero, extrae un trozo de soga de verdugo. El Brocken es un “zaubertoll”, loco de magia; como acá la sala de la hechicera adonde un joven mefistofélico conduce a su padre faustiano, el espíritu Al-Kohol su meteoro guía. La Primera Walpurgisnacht de Goethe es la vida empapada en magia; aquí tenemos una Walpurgisnacht empapada en una magia incluso más potente.

[10] La recepción de la Tentación fue generalmente hostil. “El propio buen Flaubert lo reconocía, no sin cierto orgullo: ‘tengo el don’, decía, ‘de perturbar a la crítica’”. Joyce, también, tenía ese don –ver las primeras críticas periodísticas de Ulises, y después; de Finnegans Wake.

[11] Así Stephen (en el Retrato) dice: “Me imagino que hay una realidad malévola detrás de esas cosas que yo digo que les temo.”

[12] Ver Un retrato del artista. “El artista, como el Dios de la creación, se mantiene dentro o detrás o más allá o por encima de su obra, invisible, …  indiferente.”

[13] NdT: “Blaze” es fogonazo, llamarada, etc.

[14] En este episodio vemos a un gnomo (un homunculus), evocado por una mención del fin del mundo, jugando a la ruleta con los planetas. “Sus mandíbulas se entrechocan, hace cabriolas revoleando los ojos, aullando, brincangurando, con los brazos extendidos en actitud rapaz, luego, de repente, mete la cara sin labios a través de la horqueta de sus piernas.) Il vient! C’est moi! L’homme qui rit! L’homme primigène! (Gira y gira con aullidos de derviche.) Sieurs et dames, faites vos jeux! (Se acuclilla haciendo malabares. Planetas pequeños como bolas de ruleta salen de sus manos.) Les jeux sont faits! (Los planetas huyen todos juntos, emitiendo crujidos crepitantes) Rien n’va plus. (Los planetas, globos flotantes, navegan subiendo y alejándose”.

[15] Vale destacar que tanto Calipso (Marion) como Circe (Bella Cohen) se presentan en este episodio como mujeres dominantes, y Bloom no solo acepta sino que obviamente disfruta su dominación. A propósito de mujeres dominantes Samuel Butler cuenta un cuento gracioso en su Autora de la Odisea. “Calipso es la directora, no Ulises; y nótese que ni ella ni Circe parecen tener un sirviente varón en sus instalaciones. Una vez estaba en una posada y le pregunté a la augusta ama de casa si podría ver al patrón. Me contestó indignada, ‘No tenemos un patrón, señor, en esta casa; no veo cuál sería el uso de un hombre en un hotel salvo para limpiar botas y ventanas.’ Así hablaban Circe y Calipso, pero ninguna de ellas parece haber hecho siquiera esta excepción  a favor del hombre.”

[16] NdT: los inservibles.

[17] Hay un interjuego perpetuo de formas humanas y bestiales. Los personajes gruñen y rezongan, trinan y croan. Circe parece un “bestiario” medieval. Ver también Comus, donde en una dirección escénica dice: “Entra Comus, con una varita mágica en una mano, y un vaso en la otra; con él un desbande de monstruos, encabezados como variadas suertes de bestias salvajes, pero por otra parte como hombres y mujeres, con sus atuendos relucientes. Entran haciendo un ruido turbulento y desenfrenado, con antorchas en las manos.” Las analogías con el episodio Circe son Obvias, con el bastón de Stephen como varita mágica, el “crestón ardiente” del obrero como una antorcha, etc.

[18] El peregrino ulisiano buscará en vano este palacio coronado de nubes, el número 82 Lower Tyrone Street; se ha desvanecido en el aire, como tantos otros hitos de nuestros vieux ports –où sont les bouges d’antan? –  en los fuegos de Beltane de “progreso” social.

[19] “Morena soy, oh, hijas de Jerusalén, pero codiciable.” (NdT: Cantares 1:5-6).

[20] NdT: ver página 157: “Un sombrío joven de la Y.M.C.A., atento en medio de los cálidos vapores dulces de Graham Lemon, depositó un volante en la mano de Mr. Bloom. … Dr. John Alexander Dowie, restaurador de la iglesia de Sion…”.

[21] Como la Medusa en la escena del Brocken, tiene una cabeza desmontable, la cual, al momento de irse, “desenrosca en un santiamén” y se la lleva bajo el brazo.

[22] NdT: página 288: “Ben Dollard, voluminoso, cachuchó hacia el bar, profusamente empachado de gloria, todo enorme y rosado, sobre pies pesados, sus gotosos dedos convertidos en sonoras castañuelas.” Ah, y la “cachucha” es, según el diccionario RAE: “un baile popular de Andalucía, en compás ternario y con  castañuelas.

[23] Comparemos el cambio de sexo en el poema Atis de Catulo (LXIII), en donde, como aquí, se menciona la danza ritual del tripudio. (Mi chica es una chica de Yorkshire está en tres tiempos, un tripudium.)

                “Quo noc decet citatis celerare tripudiis.”

                Simul haec comitibus Attis cecinit, notha mulier. …

Bloom también es aquí una notha mulier, una falsa mujer. El poema Atis tiene que ver con la adoración de Cibeles, Tellus, la Gran Madre (ver el episodio Penélope por la asimilación de Mrs. Bloom con esta diosa), las características de cuyos ritos eran la excitación frenética y la auto castración, en donde el devoto se convertía en la sirviente y mucama de la diosa, “ministra et Cybeles famula.”

[24] Página 181.

[25] Página 183.

[26] Probablemente aquí tengamos una reminiscencia de la famosa comparación de Homero (Odisea, XXII, 302-6), en la matanza de los pretendientes por Telémaco y su padre asemejándolos a “los buitres de retorcidas uñas y corvo pico cuando bajan del monte y acometen a las aves que, temerosas de quedarse en las nubes, descendieron a la llanura, y las persiguen y matan sin que puedan resistirse ni huir, mientras los hombres se regocijan presenciando la captura.”

[27] El hogar de Circe está en la isla de Eea, “donde está la morada de la Aurora, la hija de la oscuridad, y los terrenos de baile y el levante del Sol”. El curioso término “los terrenos de baile”, χοροἰ, explica M. Bérard, es de origen egipcio. El Dios Sol Ra tenía cuatro manifestaciones –como el dios de la primavera y la aurora, del verano y la mañana, del otoño y la tarde, del invierno y la noche. Ra efectuaba diariamente una danse en rond, pasando por cada uno de estos avatares mientras se desplazaba de habitación en habitación por su palacio. Aquí la danza de las horas es un recuerdo de la danza ritual del dios sol.

[28] En azufaifa quizás haya una alusión, a modo de retruécano, a la magia africana.

[29] Página 240.

[30] Página 229.

[31] Página 228.

[32] Página 155.

[33] Página 55.

[34] Página 126.

[35] Página 247.

[36] Página 96.

[37] Página 310.

[38] NdT: La traducción es mía. S. Gilbert no traduce. “Cantamos, gritamos, reímos, lloramos, saltamos a la cuerda con grandes vaivenes, tocamos los tambores, tarareamos nuestras frases y arrastramos nuestros abrigos. La orquesta suena, la casa tiembla, pasan los miasmas, los colores se arremolinan, la idea se arquea, la multitud se apresura y, emocionados, con la vista puesta en la meta, absortos en nuestro trabajo, realizamos la singular fantasía que te hará reír de piedad o gritar de terror… Giremos, giremos sobre nuestros caballos de calesita, que galopan desbocados y lanzan arena en la cara del pueblo que aplaude.”

[39] NdT: el retruécano de GOD x DOG.

[40] Página 111.

[41] Página 176.

[42] NdT: ¡Vamos! ¡Anda!

[43] Por ejemplo, MacMahon en Francia, O’Donnell, duque de Tetuán, en España, Taafe en Austria.

[44] El axioma cabalístico: Daemon est Deus inversus.

[45] La exclamación ¡Aleluya!, como observaba M. Bérard, tiene una resonancia curiosamente griega. “La palabra ololuxan, όλόλυξαν, con la que el poeta designa los gritos de los aqueos, (Odisea, III, 450-2), me parece bien vecino de esos aleluyas, que repiten nuestros fieles, sin saber que hablan en hebrero” (NdT: según el DRAE: hallĕlū yăh ‘alabad a Jehová’).

[46] “La fraternidad (de los masones) se originó en la magia y entre los alquimistas y los magos.” A. E. Waite The Occult Sciences.

[47] Página 105.

[48] Página 725: “supongo que no debí haberlo enterrado con esa pañoleta de lana que le había tejido ahogada en lágrimas.”

[49] NdT: mi traducción.

2 comentarios sobre “CIRCE

    1. Hola Gustavo; sí, estoy traduciendo el libro de Stuart Gilbert El Ulises de James Joyce y los textos citados corresponden a mi traducción del Ulises publicada por El cuenco de plata (ya sé que la has leído, pongo esto por si alguien ve la respuesta y no sabe de mi traducción del Ulises). Saludos.

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